Hay una frase que a malhumor siempre le ha impresionado. Al principio la creyó muy profunda; después, a fuerza de repetirla y con el paso de los años; cada vez se volvió más parecida a un refrán de sobrecito de azúcar; el destino final de toda frase repetida después de todo. Y esto no le quita importancia. Es solo un hecho. Malhumor cree que se trata de Margarite Yourcenar en un libro que leyó una sola vez de un tirón pero que lo acompañó siempre. Es la clase de libro que los escritores que se vuelven serios desdeñan, maltratan y repudian. Como han hecho con el pobre Sabato; como si El túnel o Abadón no hubiera sido tan importante como los discos de Pink Floyd (que también algunos esconden de las miradas indiscretas). Las Memorias de Adriano. El ideal de escritor de Malhumor es un guerrero, explorador o emperador soldado y filósofo que escribe junto al fuego al final del día; con la última fuerza y antes de cerrar los ojos. Decía Yourcenar (o tal vez fue Cortazar comentando este libro, otro de los escritores que ningún intelectual deja de menospreciar en cuanto quiere mostrarse sagaz y punzante) que hubo un momento de la historia cuando los antiguos dioses ya se habían ido y el nuevo dios no había todavía llegado, fue un instante apenas en que el hombre estuvo por primera vez absolutamente solo. Malhumor regresa a la estancia Harberton años después. Ahora hay muchos más turistas que aunque sean miles (no lo son) no pueden tapar el silencio o cambiar esa luz increíble que se filtra entre las nubes color plomo. Es fin de febrero pero el frío es invernal. El verano ya pasó. Gone. Aquí aquella vez, Malhumor decidió (sin saberlo) cambiar de vida. Ahora malhumor regresa a casa y por primera vez Miss Malhumor ya no está para darle la bienvenida. Miss Malhumor (Miss Mundo in disguise)se ha ido y Batichica todavía no ha llegado. Es un instante de la historia donde Malhumor, por primera vez desde que salió a combatir el mal, se encuentra absolutamente solo. Tal vez la única Terra Incognita posible de encontrar en este mundo donde ya no hay tierra por descubrir. Estar allí donde nadie lo esperaba; estar allí donde no deberíamos estar porque el destino prometía otra cosa. Malhumor se levantó rodeado de nieve y un aire frío (vivificante para él) inundó sus pulmones.
Santiago Bardotti
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