Sí, sí amigos. Llegó la película 2.320 sobre “la incomunicación” que se proyecta en el Bafici. ¿Querés verla? bueno, está bien, qué se yo.
Red Dragonflies es básicamente una película sobre los recuerdos, sobre la inconexión entre el pasado y el presente y sobre una temática que más que temática es un requisito para entrar a cualquier festival de cine independiente: La incomunicación en esta sociedad moderna que la verdad... mucha tecnología, mucho chingui chingui con la Play, ¿pero dónde está el corazón?
Jiekai nos presenta a tres muchachines que se van de excursión urbana, entrando y saliendo por paisajes medio apichatpongweerasethakulianos o apichatpongweerasethakulescos, intentando generar una atmósfera que fusione Cuenta conmigo con Blissfully Yours. Hasta ahí no está tan mal, pero voy a cambiar de párrafo para explicar cómo la película se agota, se muere y nos hace sufrir a todos. ¿Me acompañan?
Hola, sí. Nada. La película se cae en el mismo momento que se cae uno de los personajes de un puente. A partir de allí, comienzan los flashbacks o flashforwards y vemos a los mismos tres jóvenes (dos chicos y una chica) de grandes. No dicen prácticamente nada, pero no hace falta, porque tendremos muchas escenas (más que escenas, fórmulas de cine indie genérico) que nos van a explicar que los personajes se sienten tristes, melancólicos y que lamentan haber perdido esa conexión inocente y sumirse en su alienación posmoderna individualista. Así vemos a los personajes yéndose de fiestas a mirar el horizonte con miradita triste, volviendo a los lugares que recorrían de niños para llamarse por celular infructuosamente, paseando por centros comerciales de manera melancólica, siendo exitosos pero sin poder celebrarlo y bueno, así, hasta que termina con algunos videos caseros y la música cool alá Sofía Coppola para darle el marco perfecto.
Señores, el cine indie genérico está vivo y goza de buena salud. Nos trae siempre la misma falta de imaginación visual, la misma carencia de ideas, las mismas historias, personajes, escenas y gestos con un cagazo tremendo a pifiarle y que alguien diga “che, pero este personaje es poco bressoniano, no es un pelotudo aburrido y amargo” o “¡te olvidaste de la escena en la que el protagonista mira melancólico por la ventana de un transporte público!”. No obstante, hay otras cosas en el Festival de cine y por eso sigue valiendo mucho la pena. Yo ahora me voy un rato a mirar la lluvia en este mundo que no entiendo. Chau.
Juan Pablo Upma
1 comentario:
jajaja, menos mal que no la ví!!
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