O Som Ao Redor es una película muy
cobarde, y lo es por dos razones. Acompáñenme.
Primero, es una película para
críticos, pero no por ser desafiante, sino todo lo contrario, porque ofrece lo que muchos críticos quieren. Es una producción que se debe a su público. Por su temática, en parte (“La construcción
del espacio. Consecuencias políticas y sociales de bla bla bla bla".
Super trendy hoy en día) y sobre todo por su construcción formal. A
muchos críticos les gustan estas películas donde todo está movido
por una idea, que se traduce formalmente en la composición de casi
todos los planos. Esto no está mal, de hecho está bueno, pero cuando ofrece una mirada original, propia, no cuando se reduce a fórmulas probadas que se van gastando de a
poco. No hay nada original, nada con magia, nada con personalidad en
esta película. El riesgo es cero. La construcción del espacio... ¿cómo se muestra? ¿Y cómo se va a mostrar? Gente mirando por la
ventana (con binoculares), planos partidos, profundidad de campo, medianeras que separan pibitos jugando a la pelota de super edificios, cosas que
pasan de un lado al otro, ruido de la música estridente que viene de la calle, etc. La película
es un trámite, un trabajo práctico de secundaria, salamero y
hediondo. O Som Ao Redor va llenando todos los casilleros
obligatorios de una película de construcción política del espacio.
No tiene nada propio, no tiene imaginación, no tiene vida. Sólo busca el consentimiento de
su único público posible: los criticos, jurados y programadores de cine
independiente.
Los ricos y los pobres no estarían, repito, no estarían viviendo todos juntos y en armonía |
La otra cobardía es ideológica. A
diferencia de Play, de Ruben Ostlund, película sueca en la que unos
pibitos de clase media eran acosados medio en chiste medio en serio
por unos inmigrantes, Mendonca Filho no habla desde el terror o la incomprensión del otro, sino desde el paternalismo más burdo. Es un burgués
culposo, que no asume la distancia, sino que se siente del lado de
los malos y no sabe cómo salir. Si bien la película es coral, el
arquitecto progresista es claramente el avatar del autor.
Desilusionado, renegado, cool. Comprende las desdichas de las clases
populares y se siente uno más. En una reunión de consorcio le basta
una mínima intervención para dejar en evidencia el asco por lo popular de los
copropietarios, y para mostrar que él es muy diferente, a pesar de tener la mala suerte
de nacer millonario. En o som ao redor, los pobres quizás hacen alguna picardía, pero
son leales, no mienten, tienen código. Los ricos,en cambio, tienen miedo, pero la película nos
demuestra que eso es totalmente injustificado, porque los únicos que
cometen delitos son ellos mismos (el abuelo mafioso, el primo que
roba estereos por placer). Tal es el mundo tranquilizador de conciencias progresistas que Kleber
Mendonca Filho construye en esta película. Sin contradicciones, sin
ambiguedades, sin misterio. Su culpa burguesa ha reducido el mundo a
un nivel sandrarussesco de apreciación sociológica.
O som ao redor es una película con miedo de arriesgarse a salir del círculo protector de artistas independientes y bienpensantes de América Latina. Ojalá la próxima Mendonca esté un poco menos pendiente de todo ese sonido alrededor, e imagine algo propio.
O som ao redor es una película con miedo de arriesgarse a salir del círculo protector de artistas independientes y bienpensantes de América Latina. Ojalá la próxima Mendonca esté un poco menos pendiente de todo ese sonido alrededor, e imagine algo propio.
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