“Edificio Master”
(2002) de Eduardo Coutinho, estaba lleno de momentos memorables, pero entre
todas las entrevistas una se destacaba visiblemente sobre el resto: en ella un
octogenario ex vendedor de seguros cantaba “My Way” de Sinatra entre lágrimas y
carraspeadas, mientras agitaba el puño
al aire de forma épica. Breve y sin nada de artificio, el canto tembloroso de
Henrique se convirtió inmediatamente en uno de esos momentos mágicos de la
historia del cine, uno de esos momentos en los cuales emocionarse no conoce
tanto de decisiones estéticas o éticas, sino que implica cuestiones aún más
elevadas y trascendentes: el pertenecer o no al género humano. Pura y total catharsis
aristotélica.
Lejos está Coutinho
de ser un director oportunista, pero claramente percibió que allí había algo a
explorar. El germen de “As Canções”
puede haber nacido ahí, o no, no importa, pero su nuevo film parece seguir la estela
inaugurada accidentalmente por Henrique, es decir: adentrarse en la vida de las
personas y comprobar de qué manera las canciones populares se relacionan con
sus propias historias (haciendo hincapié especialmente en las historias de
pareja), hasta el punto de imbricarse y hacerse básicamente una (“¿cómo es
posible tener recuerdos si no es a través de las canciones?” se pregunta uno de
los entrevistados, revelando quizás una de las tesis centrales de la película).
Como lo hizo antes Scorsese
en la primera parte de “No Direction Home” o Terence Davies en “Distant Voice,
Still Lives”, Coutinho se vale de un puñado de anécdotas y canciones para
cartografiar la forma en que la música popular influyó en el imaginario y la
subjetividad de toda una generación. Sinthome de época, muchas de las canciones
elegidas por los entrevistados dan cuenta de una forma de ser, de desear y de
padecer de toda una generación. La jerga psicoanalítica no es casual, ya que como
si tuviera un verdadero valor terapéutico, la cámara de Coutinho y su austera
puesta en escena parecieran invitar a sus entrevistados a revelar a todo, a ir
hasta al fondo de sus recuerdos para extraer sus más profundas alegrías y
miserias. Del goce doliente femenino al machismo naturalizado y luego
arrepentido de los hombres, la selección de entrevistas de Coutinho es evidente
(pero sin ser obvia) sobre la forma en la que hombres y mujeres se
relacion(ab)an entre sí.
Al final puede que el
documental peque de reiterativo y de un enfoque excesivamente melodramático,
pero justamente en el recorte, la selección -más que en la puesta en escena- se
ve la mano y la mirada de Coutinho, un montaje que revela que el mundo ha
vivido equivocado, que la alegría puede ser de todos, pero la saudade es sólo
brasilera.
1 comentario:
Ta linda la peli, una de las más ATP de este bafici. No me conmovieron 'las canciones' en sí, pero no importó.
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