sábado, julio 7
Dj malhumor en el Pacífico.
No me había dado cuenta pero los valles estrechos donde el sol tarda en salir y rápido llegan las sombras al atardecer me estaban dando claustrofobia. Lo descubrí cuando el quinto día comencé a descender hacia el mar. Después de sortear un paso a 4300 ms. solo quedaba ir hacia el océano. Noventa kilómetros ininterrumpidos sin pedalear. Primero una pampa enorme desde donde se veían los picos nevados a las distancia y después un cañón sin vegetación que me llevó hasta que se terminaron los Andes. La bajada larguísima en caracol y la aparición increíble de una duna gigante. Ahí me di cuenta que necesitaba el cielo abierto; ver el horizonte y confundido con la bruma del mediodía el mar. Bajé y bajé por una tierra estéril hasta llegar a un valle donde corría agua como un oasis. Llegué también al calor y las ganas de tomar cerveza en lugar de sopa caliente. Me quedaban todavía 70 kilómetros hasta la costa a través de un verdadero desierto. La primera mitad al pie de montañas que parecen que se están desgastando hasta un cruce con un puesto prolijo y esmerado para comer algo atendido por un travesti pintado y arreglado como una diva. Parecía una alucinación de película de Lynch. Charlamos un rato mientras me tomaba mi café y de allí a través de las dunas hasta el mar. Creo que en la bajada escuchaba una compilación de los 20 años del sello Merge. The National y St Vincent haciendo juntos un tema de Crooked Finger y The Shins gritando que el amor nunca es suficiente. La costa era accidentada con acantilados y formaciones rocosas sobrevoladas por aves de todas clases.Petreles, rayadores y zambullidores. Estos últimos son unos pájaros dementes que se lanzan en picadas increíbles para salir airosos con un pescado en el pico. Pasé las horas escuchando las olas y viendo a las aves ir y venir. Volví a Nazca en unos taxis colectivos iguales a los autos de Mad-Max. Caía el atardecer, sí lo cuento no me lo creen. Pero no tengo pruebas porque borré las fotos en una maniobra torpe y auto punitiva. Arriba tuve nieve y frente al puerto me comí un ceviche como si fuera una parrillada. En general estaba feliz y nada me importaba. Incluso que la dama haya desaparecido.
Dj malhumor
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