Cancionera: Mucha muchacha

Hay fechas que deberían caer siempre en domingo. Como el día de la mujer mundial, una fecha que todavía causa un poco de fastidio por su obvio machismo (sí, son 364 días contra uno), pero que suma una celebración más al almanaque. Y a esta altura, una excusa para celebrar no es moco 'e pavo.
Así que este ocho de marzo fue domingo y fue final del verano, una tarde perfecta, con sol y sombra de árboles, sin frío ni calor. Y de toda la agenda de celebraciones femeninas que metía un poco de miedo, elegimos la cuarta edición del heroico festival Cancionera, artesanal en su factura y variadito, vea, variadito en su puesta en escena. 31 chicas son muchas chicas; algunas mejores, algunas peores, algunas muy mejores y otras muy peores, pero todas distintas, a razón de dos canciones por set. Si te gusta, buenísimo, hay otro tema; si no te gusta, tranqui, sólo queda un tema más.
Como dijo nuestra cantautora amiga Julieta Rimoldi, si son tantas no hay forma de que todas sean Joan Baez. Hubo de todo: por supuesto que hijas de Joan Baez y Joni Mitchell, pero también pop a lo Fabi Cantilo y a lo Epumer, trovadoras a lo Dylan y rockeras en el límite con PJ Harvey; se escucharon vocecitas seudoindies, muchachitas aniñadas que cantaban sinsentidos en vestiditos hipercortos, pero además percusión fiestera por Martina Vior y Lola, hiphop guerrero con mucha actitud a cargo de Miss Bolivia, el vozarrón jazzero a lo Ella Fitzgerald de Paula Maffía, la vidala conmovedora de María Pien. Y las palabras claras, justas, fuertes de Patricia (hoy Pat Barfly), madre espiritual de todas las chicas, que repetía, para que se entienda el mensaje: tu vida es tu vida.
Pero ninguna pudo competir con el poder icónico de Mercedes Ianniello, de Cautiva, que se robó la foto del evento. Subió al escenario con su hija Lupe en brazos, sencillamente porque no conseguía soltarla sin que llorara a los gritos. Probó varias veces, incluso teniéndola de la mano, y se resignó a mostrar una madre rockera. Se calzó a la niña en la cadera y arrancó con eso de que "La mujer que al amor no se asoma no merece llamarse mujer". Nunca entendimos si era irónico.
Resumiendo: no sabemos si nos gusta eso de que Puerto Madero tenga calles con nombres de mujer y el resto de la ciudad -y del mundo- no. No sabemos si las 31 chicas que cantaron bajo las tipas (sí, tipas se llaman esos árboles) tienen la misma idea acerca de qué es ser mujer. Nos imaginamos que no. Sabemos poco: que la tarde era hermosa, que había muchas chicas, que parecen todas iguales pero son todas distintas. Que estuvo bueno para tomar mate.
Cerremos como cerraban las chicas: muchas gracias a Juana Chang y Martina Vior por organizar el evento. Y aguante la oveja de trapo. Y la oreja de tipa.

Txt: Marcela Basch
Fotos: J. Pérez
+ fotos: http://www.flickr.com/photos/encerradosafuera/