Mondovino, de Jonathan Nossiter; Amazing Grace: Jeff Buckley de Adams y Trombley.
Personalmente creo que Mondovino es una de las películas más disfrutables y gentiles del festival. Casi tres horas de un paseo por el mundo del vino, su cuna, Francia e Italia, su amenaza, EE.UU., su futuro, Brasil y Argentina. Nossiter hace fácil lo que es muy difícil, por empezar hace hablar a todo el mundo, a un conde Italiano, a un maganate norteamericano o un pobre campesino saltaño. Nossiter es una persona inteligente y punzante, pero tan pero tan caballero que en medio de la más cordial entrevista puede preguntar de la forma más natural a un conde si ha sido fascista en tiempos de Mussolini, o a un patrón argentino por qué los paisanos no cultivan la vid teniendo algunas tierras también (es una raza sin iniciativa dice el patrón de estancia, como si fuera la respuesta que Jonathan esperara). Nossiter hace una película sobre vinos porque es el mundo al que ahora todos quieren pertenecer pero justamente para mostrar otro mundo al que todos les hacemos la vista gorda. Como aquella vez que presentó en otro BAFICI su excelente signs & wonders y preguntó al pasar, tímido, sino nos parecía un poco raro hacer un festival independiente en un shopping. Nadie dijo nada y sonreímos, como con está peli que nos mantuvo con la sonrisa en la boca durante todo el tiempo. Hay momentos notables en este film hecho con cámara en mano y que se mueve por todos lados como un testigo invisible, astuto, implacable y certero. Primer regalo del día.
Segundo, la sonrisa de Jeff Buckley. Que extraño el mundo de los medios que nos pueden dar imágenes tan distorsionadas de las personas. De Jeff no conocía nada, tenía tan solo la idea de que era la nueva estrellita más o menos alternativa, justo lo que él no quería que pensáramos. Después supe que murió en una especie de broma que olía a suicidio y a la mejor muerte que podía tener un poeta, internarse en las aguas de un río como el Misissipi. Sabía en verdad que Jeff era el hijo de Tim, para mí mucho más un compositor que un interprete, tan difícil de entenderlo en sus discos desparejos y raros. En cambio tantas versiones hermosas de su Siren song. Otra estrella que se apagó rápido y que curiosamente no se menciona una sola vez en el film. El documental no pasará a la historia como una muestra de originalidad, pero está la sonrisa de Jeff y sus palabras sabias que vienen extrañamente de alguien tan joven, como si no pudiera ser él, como si hablara con la memoria de otra vida. Jeff no parecía un artista torturado aunque tenía sus malos días. Entré al cine para conocerlo y fue un regalo. Sus canciones no son las más bellas que haya escuchado, no, las he escuchado mejores. Pero me es claro también que él no era de este mundo.
Dj malhumor.
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