Por fin una que sí, me gustó, y me hace pensar que al fin y al cabo no soy tan difícil como me creo o me hacen creer. Ven, no era tan difícil: apenas una linda peli sobre la adolescencia. Una peli engañosamente sencilla, con un guión sencillísimo apoyado en una idea sencilla de realización sencilla, pero por alguna lado, no me engañan, hay algo de una intrínseca complejidad. Para empezar, es cine sin cine: en vez de 24 imágenes por segundo hay una, o sea, se trata de una sucesión de fotos fijas. No soy de las que se fijan en la fotografía pero era realmente bonita. Y después, hay voces que hilvanan un relato. Soy de las que caen en cualquier relato así que caí.
Este por supuesto es polifónico y como si fuera poco es bilingüe. Las voces principales son las de Diego, un chico mexicano de 14 años en plena explosión hormonal, y Molly, una chica estadounidense como de 18 o 19 que viaja a México a estudiar español y espantosamente consciente ser una gringa. Las traducciones son muy graciosas y ellos son muy graciosos y la película, sí, véanla.
Ah, Jonás Cuarón es el hijo de Alfonso.
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