Treinta millas adentro del mar o planeando sobre un sembradío; haciendo ruido sobre un bañado o sobre la pileta en una quinta del gran Bs.As. Están en todos lados, no paran, no se quejan. Tampoco hablan. Pocas veces las he visto detenidas, a lo sumo en un cable de luz en el campo. Pero ellas también se detienen aunque no se note. En la baranda de un puente en un camino polvoriento. Hasta aquí llegué yo también. Muchos Kilómetros de atardeceres inolvidables y encuentros asombrosos. Un Buda cimarrón y algo abombado me secuestró unos días; un paisano de mil historias me convirtió en su confidente y me reveló secretos sobre mi propia vida. Hoy llegué al mar y voy a dejar reposar los huesos.
DJ malhumor.