domingo, abril 22

Bafici 2012: Encuesta Encerrados Afuera

5 comentarios:
Estimados participantes de la edición 2012 del Bafici, los invitamos a elegir lo que fue a vuestro parecer lo mejor, lo peor, lo destacable y lo olvidable de este año. Pasen por los comentarios aquí abajo y opinen. Desde ya, muchas gracias. 



1) Mejor película

2) Peor película
3) Mejor escena lisérgica
4) Mejor escena de sexo
5) Mejor banda de sonido y/o canción
6) El personaje
7) El inflado
8) Basta ya de...
9) La frase
10) En el Bafici 15 estaría bueno...

Datos personales:
Nombre/Nick - Cantidad de películas vistas

Aunque gane, aunque pierda... - Los premios del BAFICI

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Y llegaron los premios y, casi, el final de una nueva edición del BAFICI. Ayer, poco después de las 12:30, con la presencia de algunos jurados de las diferentes secciones, un político y Sergio Wolf, se anunció el Palmarés Baficiano. El evento fue rápido, limpio y emotivo. En pocos minutos ya estaba todo liquidado. Así da gusto.

Obviamente, a partir de conocerse los ganadores, comenzaron las polémicas. Que tampoco son tantas, o al menos, tan relevantes. O ya serán olvidadas para el lunes, como suele pasar.

La gran ganadora sin dudas, fue la israelí Policeman, de Nadav Lapid, calificada por algún crítico local como “horrorosa”. Este film venía de ganar en el festival de Locarno el premio especial del jurado y, aquí comienza el auto bombo, en la Guía Encerrados afuera para pasarla bomba en el BAFICI, escribimos lo siguiente:

“Dividida en dos partes o en dos bandos. Policías de élite y terroristas parecen convivir en películas diferentes, a pesar de que una refleja a la otra. Un film israelí político y polémico, algo casi inevitable.”

Lo dicho, una película polémica. Y, al contrario de lo que indica el cliché del cine independiente, una película política y llena de garra, al igual que sus protagonistas. Lo mejor que tiene para ofrecer el cine hoy en día: películas que desde la forma de su narrativa cuestionan el cine del presente, sin desconocer su pasado, ni dejar de dar cuenta de cierto estado del mundo.

Siguiendo el orden de importancia, llegamos al Premio del jurado, que fue para Germania, de Maximiliano Schonfeld. Sobre las películas argentinas no nos extenderemos mucho. Seguramente en una próxima entrega ampliaremos. O no. Todo es posible.

Lo mismo pasa con los actores, por acá no entendemos mucho de esta particular raza, así que les creemos a los que nos dicen que los mejores actores fueron Martín Piroyansky por La araña vampiro de Gabriel Medina y la niña Zoé Heran por Tomboy. Nos quedamos, eso si, con la ganas de que la pequeña protagonista de Nana se lleve algo más a su cabaña que un conejo muerto.

El premio a la mejor película argentina en la competencia internacional (un premio que suena demasiado nacionalista) fue para: La araña vampiro, de Gabriel Medina. La cual competía con la ya nombrada Germania y con Los salvajes, de Alejandro Fadel. Algo extraño ocurrió con las películas argentinas de esta sección. Justamente el título del que más se hablaba antes del festival (inclusive por el festival mismo, basta leer el texto del catalogo), termino siendo el que se fue con las manos, casi, vacías. Hablamos, claro, de Los salvajes. A la cual, sin embargo, le espera una próxima parada en uno de los festivales más importantes del mundo. O eso dicen. Germania, por otro lado, era un enigma del cual nadie, excepto los programadores, sabía mucho y terminó resultando una de las ganadoras. Una vez más: Don’t believe the hype.

La emoción llego con el premio a mejor película en la Competencia argentina. El momento en el que fue anunciada Papirosen de Gastón Solnicki, fue sin dudas, el más aplaudido de la velada. Cuentan los rumores que un corte anterior de este documental fue rechazado por el BAFICI. Y ahora, un año después, previo paso por el festival de Locarno, termina resultando la ganadora indiscutible. Solnicki es un director nacido y criado en el BAFICI y un verdadero representante de las creencias cinematográficas del festival. El resto de los premios fue para Luis Ortega como director por Dromómanos. Quizás el premio más extraño y discutible. Y una mención para La chica del sur, de José Luís García. Documental del que hablaba (y gustaba a) todo el mundo, pero el jurado prefirió dejar a un costado. Horas más tarde, sabríamos que, junto a Tomboy, fue ganadora del premio del público. Esperemos que ese, el público, sea el destino de esta película.

La premiación para la sección Cine del futuro, tampoco dejo espacio para ningún reparo. Tanto Ok, Enough, Goodbye, de Rania Attieh y Daniel García, con una mención, como la ganadora É na Terra não é na Lua, de Gonçalo Tocha, son dos películas particulares y personales. Ahora, si se trata del futuro del cine, eso no lo sabemos. Sobre todo frente al clasicismo de la película de la dupla Attieh / García, un guión que tranquilamente podría adquirir Adam Sandler para realizar su remake (norte) americana. Sobre estas películas escribimos en su momento lo siguiente:

Solamente acompañado por un sonidista, Gonçalo Tocha se interna en la vida de una pequeña isla portuguesa durante varios años, para contarnos en forma de diario personal, las historias de sus habitantes. Una de las más grandes películas de esta edición del BAFICI y no solo por su duración de casi más de tres horas. El cine portugués sigue maravillando.”

“La trama de esta película nos podría hacer pensar en el cine de los hnos. Duplass. Un cuarentón es abandonado por su madre, con quien vive, y a partir de esto su vida se transforma en un desfile de particulares personajes. Sin embargo, hay algo diferente en esta historia a tantas otras películas similares. Quizás tenga que ver con la ciudad en donde esta ficción se desarrolla: Trípoli. O al no menos particular mix de sus directores: la libanesa Rania Attieh y el norteamericano Daniel García.”

Entre los premios no oficiales, las grandes ganadoras fueron Tomboy, de Céline Sciamma y Villegas, de Gonzalo Tobal. Tomboy se llevo el premio SIGNIS y FIPRESCI, recordemos lo que escribimos acerca de este título:

“Una película que, prejuicios de por medio, uno no imagina en la competencia del Bafici. Sin embargo aquí esta y bienvenida sea. Tomboy cuenta la historia de Laure / Michael, durante un verano lleno de pequeñas aventuras y grandes decisiones.”

Tomboy también fue, una de las ganadoras del voto del público. Lo raro de esta triple premiación es que uno espera un poco más de riesgo de una asociación como FIPRESCI. Pero parece que hay algo en esta pequeña película que supo unir gustos, a priori, tan disímiles. Aunque quizás iglesia, público y crítica no estén tan separados después de todo.

Villegas, obtuvo una mención de FEISAL y el premio de la Asociación Cronistas Cinematográficos Argentinos. No obstante, el mayor logró de la película ocurrió días antes, cuando el festival de Cannes anunció que participará en su próxima edición, dentro de la selección oficial fuera de competencia.

La lista competa de premios, la pueden buscar por ahí. Quien esto escribe, no termina de creer del todo en la competición entre expresiones artísticas. Pero tampoco llega al exabrupto de decir que las carreras son para los caballos. Lo que si es seguro es que una buena premiación dignifica un festival y le otorga un cierre perfecto. Un momento en el que podemos llegar a creer que la justicia existe. Y que el arte no le es ajeno. O inclusive puede lograr hacernos mirar con mejores ojos lo ocurrido durante el festival. El resto son anécdotas sobre lo que pudo o debió haber sido. Y pocas cosas hay más aburridas que las anécdotas de los premios y sus injusticias en la historia del cine. Material para prehistóricos cronistas de espectáculos y plomíferas enciclopedias. Lo que si podemos decir, es que esta vez ganaron los buenos. Habrá que ver ahora de que lado se quedan. El tiempo, como siempre, se encargará de esto. Como se esta encargando en este preciso momento, en que los jóvenes responsables de las salas del shopping Abasto, ya comenzaron a lucir sus remeras de Los Vengadores y respiran aliviados por el fin de este BAFICI.

Por otro lado: seguimos sin respondernos qué es el cine.

Hasta la próxima.

M.A.


sábado, abril 21

Repetición y variación - The day he arrives (Hong Sang Soo)

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por Bruno Milan

En El discreto encanto de la repetición Gustavo Constantini sostiene que “en medio de una repetición constante de notas iguales (…) la introducción de una mínima diferencia (…) puede suponer un factor de ruptura de una aparente permanencia y homogeneidad”. Este principio constructivo compuesto por la introducción de elementos recurrentes, de repeticiones temáticas, formales y narrativas y su consiguiente variación es una marca de estilo que puede verse a lo largo de la obra de Hong Sang Soo. El problema de la representación, las referencias metatextuales, las relaciones de pareja, la circulación del deseo a través del dialogo funcionan como punto de partida y como lei motiv en casi todas sus películas. Pero lo que hace a The day he arrives una de sus films más concisos y redondos es la capacidad de poder trasladar estas isotopías generales a la singularidad de cada una de las escenas y hacerlas emocionantes. 

La anécdota es sencilla: Yoo Seongjun es un joven director de cine prontamente retirado que vuelve a Seúl para encontrarse con un viejo amigo. Durante esa estadía en la que no sucede mucho en término de acciones o revelaciones se sucederán una serie de encuentros confusos, contradictorios, repetitivos, intercambiables y circulares. Esos encuentros (signados por una serie de diálogos hongsangsoonianos gloriosos que sostienen la estructura dramática a pesar de las vueltas del guión) están dotados de una Indiscernibilidad ontológica que dificulta precisar si continúan la misma temporalidad o si inauguran otra con respecto a la escena anterior. Por ej vemos a Yoo Seongjun seduciendo a la dueña del bar y más adelante a la amiga de Youngho, pero aunque en un primer momento visualicemos estas secuencias como variaciones sobre un mismo tema o episodios enfrentados entre si, en ellas se presupone (aunque cambien algunas coordenadas) un cierto pasado común que se arrastra o se modifica (a partir de esto podemos percibir similitudes con el Kiarostami de Copie Conforme) sobre la marcha y que enrarece las relaciones, los vínculos entre los personajes.

Lo interesante es que aunque exista una supuesta superposición de tiempos distintos y la linealidad se vea comprometida la película nunca pierde coherencia o  accesibilidad a la mirada (en esto se asemeja y se diferencia del primer Resnais). En todo caso esta dificultad para precisar el estatuto de cada imagen le permite a Hong Sang Soo reflexionar sobre la contingencia de la vida, sobre el completo azar que significa no sólo amar a otra persona y ser correspondido, sino sobre como el mínimo hecho cotidiano nos afecta e incide en quienes somos; y a su vez, si pensamos en términos de obra, le permite continuar meditando sobre su propio cine y sobre ese modesto y misterioso horror que es el mirarse a uno mismo. 

Los Otros - Play (Ruben Östlund)

1 comentario:

Una de mis favoritas, o quizás mi favorita del festival. Como toda película con una cierta dimensión provocadora, es susceptible de ser tildada como mero gesto. No me parece el caso.
La historia es tan cotidiana como poco tratada en el cine. Un grupo de niños y adolescentes negros e inmigrantes emprenden un largo y trabajado acoso mental sobre unos niños rubios y suecos de clase media que encuentran en un shopping. Östlund logra transmitir la distancia frente al Otro y el terror que genera de una manera perturbadora e incómoda y lo construye justamente a partir de la distancia, con el fuera de campo y el cambio de escenario como aliados. En una de las primeras escenas, cuando el approach es más que nada un tanteo, los inmigrantes y los rubios entran a un local de deportes. La cámara se concentra todo el tiempo en los rubios, pero la verdadera presencia la tienen los inmigrantes, como fuerza invasora, como amenaza, como emergencia molesta. Mientras los rubiecitos balbucean y tratan de hacer de cuenta que está todo bien, escuchamos los ruidos, los juegos, los gritos, los silbidos lascivos a la vendedora, las risas y los balonazos arrojados “sin querer” de los otros. Es la fiesta del monstruo, aunque no la veamos, y quien no se reconozca a sí mismo allí, por haber estado en alguna situación similar a la de los niños bien, miente tanto como Clarín. El miedo se acrecienta cuando son llevados de a poco a la periferia, a los descampados, sin coacción porque no hace falta; el terror al salvajismo es más fuerte que cualquier agarrada de campera. Así, lejos del amparo del Estado y de los padres, que a veces vienen a ser lo mismo, los rubios empiezan a resignarse, suplicando para que les saquen todas sus pertenencias pero los dejen volver a su protegido mundo de despreocupado consumo.

Además de ser una gran película de suspenso y violencia latente, Play parece querer sacudir, con esta incomodidad cinematográfica, un poco al progresismo escandinavo que vive en un cuento de hadas, en un universo perfecto  y homeostático, en el que todo está en armonía y en el que los inmigrantes son cándidos alces circulando por la pradera, sólo perturbados de vez en cuando por algún que otro neonazi, y no seres humanos con miserias y debilidades como todos, pero con mayores carencias. 
Play es, además y por momentos, una muy buena comedia. No sólo por las humoradas y bromas pesadas de los pequeños inmigrantes, sino también por la construcción de los adultos, especialmente de los funcionarios públicos y la gente buena onda de a pie, dueños de una absurda e irritante ceguera y pensamiento automático.
Otra cosa positiva es que no hay en Play un contexto miserabilista ni nada que le permita a nuestro progre interno encontrar un anclaje tranquilizador. No hay imágenes de los chicos siendo golpeados o sufriendo carencias importantes que expliquen que no sean los santitos solidarios que todos queremos. Acá no vino Ken Loach. Play expone contradicciones, y no lo hace allá afuera, en la alta burguesía o en el fascismo, o en algún enemigo común que todos podamos repudiar, sino acá mismo, en nuestras buenas y simplonas intenciones progresistas.

Lo primero es la familia - Sibila

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Cuando en el post sobre La chica del sur, escribí acerca del fantasma de la subjetivización extrema de lo público o de la Historia, pensaba bastante en esta película. Sibila es, supuestamente, un documental sobre Sibila Arredondo, ex guerrillera de Sendero Luminoso. Pero si son incautos y creen que van a ver una película sobre la evolución política o no de los protagonistas de la violencia setentista o que van a conocer mejor la historia de SL desde adentro o que van a escuchar cómo un protagonista dialoga críticamente con su derrota… bueno, no hay nada de eso. Desde hace un tiempo tanto en el cine, como en la literatura y como en los ensayos políticos hay una tendencia fuerte a contar todo desde la propia experiencia personal, “desde lo que te pasa a VOS con ESTO”. Esta postura puede generar obras que sean al mismo tiempo una expresión política y personal como La chica del sur, pero en la mayoría de los casos entrega banalidades indies y vacías como Sibila.

La directora, Teresa Arredondo, es, oportunamente, la nieta de Sibila Arredondo. Lo que tenemos durante el 90% de la película, es la interpelación de la directora a su familia. El mcguffin es Sibila, pero lo que le interesa a Teresa es un documental sobre ella misma. Entonces pregunta insistentemente sobre SU relación con Sibila, si le traía regalos, si jugaban mucho, si Teresa decía cosas interesantes de niña (Por supuesto que sí, genia!), sobre qué comían, etc.. La familia colabora bastante con este engendro. Ante cada pregunta los integrantes se esfuerzan en brindar la respuesta más poética y vacía posible. Hay un esfuerzo familiar constante de objetivación impresionista sobre ellos mismos. Sibila no sólo es un macguffin, es la excusa para pasar esta poética objetivación familiar de contrabando. Hay una fascinación del indie por los particularismos familiares, es decir por retratar de la manera más cool /sensible una familia. Y esta familia tiene una tía guerrillera, lo cual se convierte en una oportunidad fenomenal porque los integrantes controvertidos y fantasmales siempre garpan. Pero en Sibila ni siquiera tenemos eso bien explotado porque queda opacado ante la autofascinación de la directora.

En los últimos 10 minutos finalmente aparece Sibila (yo pensé que estaba muerta). Teresa le hace un par de preguntas majulescas del tipo “¿te parece bien matar gente?”, entremezcladas con comentarios sobre el jardín, el maquillaje (el flagelo del banalismo) y por supuesto su relación con la directora. “¿Por qué no tenemos más fotos juntas?”, pregunta Teresa, con toda su tímida y lánguida egolatría.

Esa última parte deja con ganas de más (o de algo, al menos). Sibila parece un personaje interesante, de quien se pueden extraer testimonios incómodos, de esos que vale la pena oír. Esperemos que tenga algún otro familiar cineasta, y que se mire un poco menos el ombligo.

Cherry serbian bomb - Clip

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En épocas pasadas, lo que se llamaba cine de explotación (exploitation) era un cine celebratorio de (y en) su incorrección política. Hoy en día este término se transformó en un elemento más de películas (seudo) prestigiosas que se premian en festivales. La provocación como un elemento decorativo más.

La historia de Clip (2011) es lo de menos: las aventuras sexuales de una adolescente, su vida en familia, las fiestas con sus amigas, una historia de amor violento, etc. Los ingredientes para darle algo de vida a un producto tan anodino, son varios: se trata de una opera prima, su directora es una mujer joven y también es joven y bella su adolescente protagonista. Además, la película contiene escenas de sexo explicito. Como broche final para todo este producto, se trata de una película serbia. País de cinematografía lo suficientemente pequeña y extraña como para transformar a esta película en un objeto particularmente seductor, al menos para los festivales de cine. Lugares donde esta obra de Maja Milos cosechó algunos premios.

La película está armada en un tono de veracidad y realismo que lleva a su realizadora a intercalar imágenes grabadas con celulares. Estas imágenes suelen ser escenas de sexo explicito de su protagonista. Los adolescentes hacen estas cosas, parece decirnos su directora. Y nada mejor que reproducir sus comportamientos para acercarnos a ellos. Y basta ver el armado de esas escenas para ver que el supuesto realismo de Clip, es solo un artificio vació y burdo. De nuevo esa palabrita “exploitation”. Falsear todo para lograr un sentido de la realidad, no estaría mal. Ahora, intentar reflejar la realidad, para solo lograr un cliché sacado de otras películas y autores, es una perdida de tiempo. Tratar de “entender” a los adolescentes, es una tarea de viejos. Sobre todo, de viejos moralistas. La típica película que no da respuestas, principalmente porque nadie hizo ninguna pregunta.

Y hablando de otros autores, se suele nombrar a Larry Clark para hablar de esta película. La diferencia sería que a Clark, en su obra cinematográfica al menos, lo que le fascina son esos adolescentes descastados que viven sus vidas alejados de la presencia de cualquier adulto. Es un mundo de ficción que toma elementos de la realidad casi de forma decorativa, de escenario. Una fantasía que prescinde de familiares enfermos y atisbos de redención o prosperidad social. Lo de Larry Clark es una obsesión. Lo de Maja Milos, por ahora, es solo un cálculo, una formula. El primer paso en la carrera de una directora que parece tenerlo todo para triunfar en el mundo del cine. Al menos, en ese espacio de los festivales. Lo cual no es poco. Cosas que al cine, especulaciones incluidas, no le interesan.

(El título de este texto se lo debemos a The Runaways, otras chicas malas que supieron de que se trataba eso del “exploitation”.)

M.A.

viernes, abril 20

Cocodrilos melancólicos - Diálogo con Miguel Gomes

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Una vez más, nuestro intrépido cronista twittero, quizás abusando de su título, acudió a la charla con el público del director Miguel Gomes y nos relató todo desde allí vía esta moderna red social. La mesa estuvo compartida entre Gomes, el director del BAFICI Sergio Wolf y el crítico austríaco Christoph Huber. Todavía queda una oportunidad para ver TABU durante el festival y esto será el día sábado 21 a las 14:15 en una de las salas del shopping Abasto. La película fue adquirida para su estreno comercial en nuestro país, así que al resto del público solo le queda esperar. Pedir que una vez estrenada repita el éxito que tuvo en sus funciones siempre agotadas en el BAFICI, sería demasiado. Pero igual lo hacemos. No perdamos más tiempo, con ustedes (y en cursiva cuando es él quien habla): Miguel Gomes:

- Empecé a trabajar como crítico porque me pagaban para ver películas. Lo bueno: me enseño a tener disciplina.

- Los peores alumnos de la escuela de cine se dedicaban a la producción o el sonido. Dijo Gomes con la colaboración de Wolf.

- Si hoy en día dan una película muda por la TV la gente llama para quejarse diciendo que hay un problema técnico.

- Mis primeros proyectos eran muy caóticos. Mi primer corto es muy malo, pero a la gente le gustó y seguí filmando.

- Huber dice que Gomes es muy duro con sus cortometrajes. Y que Cântico das criaturas es una maravilla.

- Hay que ganar plata y después hacer buen cine.

- Lo mejor en el cine, a veces, es aquello que ocurre sin estar preparado.

- Lo bueno de las películas de Gomes es que dejan un espacio para el espectador, dice Huber.

- No tengo un método clásico de producción. No escribo y voy al rodaje. El guión nunca esta terminado hasta después del montaje.

- Mi cabeza es muy democrática, hay espacio para todas las películas que vi, historias que me contaron, gente que quiero filmar.

- A cara que mereces es una película sobre un personaje que tiene q matar su infancia. sus últimas palabras son: Adiós, amigos.

- Todas mis películas están divididas en 2 partes. La segunda es la película que quieren los personajes de la primera.

- En la primera parte colecciono de manera documental, lugares, imágenes, personajes, que después utilizo en la segunda como ficción.

- Huber enumera muchas películas de la historia del cine llamadas Tabu. - Huber, mi amigo, viste mas películas que yo, le dice Gomes.

- No tengo el derecho de utilizar el África real. Mi África es de la mitología.

- Wolf pregunta sobre el paso del tiempo y cierta melancolía en el cine de Gomes.

- Muchas veces me pongo melancólico cuando hay alegría. Y alegre cuando el resto de las personas están melancólicas.

- El publico brasileño me dice que Aquele querido mês de agosto es muy alegre y el argentino que es melancólica.

- Huber dice que todas las películas que tienen un burro son muy interesantes. Gomes esta de acuerdo.

- Hay muchos planos de burros que no quedaron en TABU, voy a hacer un nuevo montaje y se lo voy a regalar a Huber.

- Los cocodrilos parecen recordar cosas que los hombres ya olvidaron.

- El comienzo literario de TABU, remite a ciertas canciones que se escuchan en Aquel querido... vienen del mismo sitio. El deseo de la ficción.

- Ese deseo de ficción puede venir de muchos lados, canciones, películas, textos literarios, sueños.

- Me gusta ver en las películas un mundo que no es el real, debe mantener una conexión, pero ser otra cosa. Algo muy diferente.

- No me siento solo, prefiero que me gusten las películas de los otros.

- En el cine actual de autor gano la línea naturalista, realista. No digo que eso este bien o mal. Simplemente no es lo que mas me gusta.

- Uno de mis referentes en el cine latinoamericano es Lisandro Alonso. Uno de los directores mas importantes de cine actual.

- El cine latino americano se esta poniendo muy austríaco.

- Gomes habla maravillas del gran Martín Mainoli. Y ese corto genial llamado KENNY.

- No es tanto la diferencia entre la ficción y el documental. Sino entre la realidad y lo imaginario.

- Crear ficciones sin ningún tipo de relación con la realidad es demasiado autista.

- Y así terminó la charla de #Gomes en el #BAFICI. Gracias a todos.

(Nuevamente, la foto que ilustra este texto -Gomes y Huber a minutos de empezar la charla- fue sacada con un BlackBerry, pero igual está linda, ¿no? Ya accederemos a mejores tecnologías...)


Marcelo Alderete

jueves, abril 19

H/story - La chica del sur

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Con La chica del sur tuve no pocas contradicciones durante la proyección. Venía bastante molesto por una nueva aparición del Espectro de la Subjetivización Extrema de lo Público en Sibila y había cosas en La chica... que me presagiaban que este fantasmita iba a estar presente nuevamente. Pero así como la película misma se va dando cuenta de a poco que en realidad es otra película que la que creía ser, yo también fui cambiando de opinión durante la proyección.

La primera media hora es la más simple, pero no deja de ser buenísima. Sucesión de recuerdos capturados en VHS de un festival de jóvenes socialistas en Corea del Norte 89. El director, José Luis García, había viajado allí, un poco de casualidad, y terminó registrando y conservando durante más de 20 años, imágenes interesantísimas sobre lo que él mismo describe como “el baile en la cubierta del Titanic”. Miles de jóvenes idealistas de todo el mundo aferrados a una esperanza y respaldando al mismo tiempo a una estructura putrefacta, agonizante, autoritaria y asesina. En ese torbellino aparece una estudiante surcoreana, Su-kyong, que burla los controles de seguridad y se erige como símbolo de paz y de una soñada reunificación entre las dos Coreas. Enseguida se convierte en una estrella y en una obsesión para el director.

La segunda parte es la crónica de una decepción, de una cierta incomodidad y frustración individual y social. El director sale a la caza del símbolo y le pasa lo peor que le podía haber pasado: lo encuentra. Se juntan en Seúl y pasan varias semanas juntos. Pero lejos de las grandes historias, lejos del testimonio de una protagonista de la Historia, lo que tenemos es una sucesión de cenas, karaokes, borracheras y depresión. La película parece volverse una ficción de Hong Sang Soo sin que José Luis García pueda hacer nada al respecto. La historia personal de Su-kyong se fagocita al Documental de Temas Serios, lo mastica y lo escupe. Su-kyong, el símbolo de la reunificación, es ahora una mujer abatida, que perdió un hijo, que buscó refugio en un templo budista, que se define “apolítica” y que no tiene ganas de hablar de nada. Tal como declara “sólo los acepté porque me parecía mal no hacerlo viniendo de tan lejos. Ya les di de comer, ¿qué más quieren? váyanse”.  El viaje a Seúl es una desilusión. Pero hay revancha. Su-kyong emprende un misterioso viaje a Buenos Aires y se vuelven a encontrar. José Luis intenta reflotar su documental: el que habla de las Coreas, de las utopías, del socialismo, de la paz. En uno de los momentos más hermosos de este festival, Su-kyong le pregunta “¿Qué tipo de entrevista vamos a hacer? ¿Formal?” José Luis responde de todas las maneras posibles en un nanosegundo “Sí, no, más o menos...”. La batalla de las películas dentro de la película persiste. Ante la primera pregunta seria, Su-kyong se enoja porque la pregunta le parece muy estúpida. Es uno de los momentos más incómodos y geniales de este festival. Pocas veces se ve a un director tan abatido y golpeado en cámara. Su película está derrotada, no existe más, fracasó. La que perseguía slogans, símbolos, historias, reflexiones sesudas es absorbida por esta otra, dura, áspera, contradictoria, fatigada. La chica del sur (la película) logra en el mismo instante que sufre su peor cacheteada su tiro ganador. Se transforma al mismo tiempo en reflexión y comentario político; en reflexión sobre los recuerdos, sobre las expectativas, sobre cómo avanzar pisando un pasado que no existe más, ni para ella, ni para la película, ni posiblemente para el mundo. Y mientras José Luis intenta digerir su decepción, su imagen idealizada e idolatrada, Su-kyong se embarca hacia Ushuaia, como paso previo hacia la Antártida, a lidiar con otro pasado, más personal., pero que también implica la superación de una muerte.

La chica del sur es una superposición de películas aparentemente contrapuestas y peleadas entre sí pero que se terminan fusionando en una sola, en una gran síntesis cinematográfica sobre nuestra relación con el pasado y la derrota de las ilusiones individuales y colectivas.

¿Nunca te miró una vaca de frente? - Bestiaire

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Es raro lo que me pasó con Bestiaire (Denis Côté, 2011). Antes de empezar a verla esperaba desilusionarme con la película. La vi en un monitor de computadora, donde la percepción real de cualquier película se ve reducida. Poco después, en un acto de justicia cinematográfico, volví a verla como corresponde, es decir en una sala. La sorpresa fue mayor. Bestiarie es una pequeña gran película.

En verdad es injusto referirse a ciertas películas como “pequeñas”, de ese tipo de obras está armada la historia del cine, después de todo.

Denis Côté es uno de esos nombres que existen, y que generan una obra, que le debe casi todo a los festivales de cine. Es de alguna manera (y sin usar el término de forma despectiva) un director “festivalero”. No es extraño que todas sus películas hayan pasado por el BAFICI. Su obra ya consta de seis largometrajes, y sería difícil tratar de establecer algunas constantes o marcas autorales definidas.

En sus últimos films, Carcasses (2009) y Curling (2010) la ficción se juntaba con un registro documental. Con Bestiaire realiza su primer largometraje duro y puro, y extrañamente opta por una forma que ya parece acercarse a su agotamiento: el documental de observación (u observacional, ya me corregirá la policía del documental).

La facilidad que ofrecen los formatos digitales, la pereza de los realizadores, lo económico que suelen resultar, hacen que este tipo de documentales últimamente sea una de las formas más utilizadas.

Lo que antes era considerado como una manera de establecer una mirada rigurosa, ahora se ha transformado en ¿un gesto de pereza? por parte de directores que se refugian en un supuesto respeto por el tema que sea que estén tratando.

Por cada película de Frederick Wiseman, por nombrar un ejemplo extremo, existen decenas de títulos que nada relevante tienen para ofrecer.

Y en este estilo que parece extinguirse Côté realiza su primer documental.

Bestiaire, a priori, parece uno de esos productos de los que hablaba antes. Y no se transforma en ninguna novedad en particular, pero sí en uno de los mejores y más logrados ejemplos de este tipo de documental.

Bestiaire es el registro de la vida diaria de un zoológico en Québec, sólo eso, pero a medida de que la película avanza vemos que, aún sin alejarse del estilo, ni forzarlo o buscar algún tipo de recurso externo o ingenioso, logra hacer interesante cada plano que nos muestra.

No sólo debido a los encuadres (cada uno y casi todos, de una belleza extraordinaria que no devienen en una serie de lindas imágenes, porque la unidad estilística de la película es lo que la termina transformándola en algo tan hipnótico, que uno no puede, ni quiere dejar de mirar) sino también a la duración de cada plano. Como si el director tuviera el secreto de saber cómo y hasta cuando sostener la mirada.

Algo simple de decir pero difícil de realizar.


En la letra de la canción que da nombre a este texto, Miguel Abuelo escribió:


Esta vaca me analiza

ella profundiza y yo me voy


No hay vacas en Bestiaire, pero sí algún familiar cercano. Tampoco es muy seguro que nos analicen. Lo que es seguro, es que Denis Côté profundiza y yo me voy.


Hasta la próxima.


M.A.



miércoles, abril 18

Be My Baby I Love You - La presentación de Tabu

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Anoche, nuestro cronista twittero acudió a una función de la película más esperada por el mundo cinéfilo (y no tanto) de esta edición del BAFICI. La maravillosa TABU del portugués Miguel Gomes. No solo una gran película, sino el verdadero antídoto ante cosas como El Artista (2011) y tanta nostalgia boba por los tiempos pasados. Y no solo los del cine. Hubo gente malintencionada que llego a decir que el festival es TABU y otras 448 películas. Allá ellos. Terminada la función, hubo que esperar unos pocos minutos a Gomes, quien dijo que lo sacaron de una fiesta para estar ahí, así que, era mejor que le hagan preguntas. Lo que empezó tibiamente, como suele suceder, se transformó después en un interesante dialogo con el muy locuaz, humilde y amable Gomes. Los rápidos dedos de nuestro cronista llegaron a tipear live desde la sala 9 del complejo Hoyts, los siguientes comentarios del director, que aparecen en cursiva (en algunos casos creímos conveniente agregar algún comentario extra u observación), allá vamos:

- A medida que pasaba el tiempo me di cuenta que estaba haciendo una película sobre la memoria y el tiempo. (Gomes aclaró que no es tan inteligente como para darse cuenta de algo así previamente y que esta idea surgió a medida que iba viendo el material).

- La ficción de la segunda parte es como un homenaje a los personajes de la primera parte.

- El cine no necesita ser homenajeado. Lo mejor para homenajear al cine es ver las salas llenas.

- EL ARTISTA intenta reproducir algo que hoy ya no es posible. Se trata de recuperar algo de esa inocencia de ver cine. Intento trabajar eso. (La mención al artista fue hecha por un espectador. Gomes aclaró, como si hiciera falta, que lo suyo es otra cosa).

- Pregunta Beatriz Sarlo y compara la voz en off de la película con los folletines para mujeres de los años 50. (Beatriz Sarlo estaba en la sala y lo suyo fue un comentario, no una pregunta).

- Recuperar algo del cine mudo pero también de una mitología creada por el cine de USA: Tarzan, Mogambo, Hatari.

- Literatura, cine y un cocodrilo, como el animal que lo ve todo. Que parece venir de un tiempo anterior, como si recordaran todo.

- Los cocodrilos se acuerdan de todo. Amores rotos, imposibles, como si fueran la memoria del mundo.

- A veces no había plata para hacer lo que habíamos escrito en el guión y ahí improvisábamos. Sobre todo en las escenas de Mozambique. (En los créditos figura algo así como un Comité creativo, no recordamos exactamente si es esta la definición, pero son una parte del equipo de Gomes con la cual se reunía después de filmar lo correspondiente al guión y, al final del día, crear nuevas escenas).

- El blanco y negro es melancólico, representa la melancolía de la película.

Y se fue Gomes. Lo único malo de TABU es que en un momento se termina y uno tiene que volver a casa. Y bueno, a casa a escuchar a los Ramones, a las Ronettes y a Les Surfs…

Gomes, we love you, be our baby.


Marcelo Alderete


martes, abril 17

Tabú, de Miguel Gomes - Tabuena!

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Aurora llora, desconsoladamente, como las divas solían hacerlo. Sentada en una silla, con la certeza del dolor atravesando toda su existencia y su extensión, las lágrimas le dan vida a un blanquinegro melodrama que asesta los sentidos. De golpe, la música de fondo -¡a descubrirla!-se justifica con un primer plano de un baterista llorando a la par de esa Aurora que es pasado y certeza de un futuro aún más contrastado.
Tabú es la nueva, resplandeciente obra de Miguel Gomes, el de Aquel querido mes de agosto, acá en modo larger than life y, a la vez -si es posible- tan mínimo como un susurro a oscuras. Tabú comienza con la historia de tres mujeres mayores, Pilar, Aurora y Santa, su mucama / asistenta. Aurora, fóbica, ludópata, le tiene miedo a Santa, quizás por su accionar del pasado, el cual será desplagado en las siguientes dos terceras partes del film. Gomes homenajea la Tabu de Murnau no sólo dividiendo su película en dos partes (Paraíso / Paraíso perdido, en el original, invertido en la película del portugués), sino remitiéndose desde la concepción visual al expresionismo de su adorado Friedrich Wilhelm.
Gomes trabaja el presente con un decidido clasicismo formal, con un montaje basado en el raccord y un cuidado quirúrgico, post vivisección, del melodrama à la Douglas Sirk, condimentado con un leve salpicré noir. Esas mujeres viven un presente estático, concreto, trágico, si se quiere. En la segunda parte, todo lo anteriormente construido estalla en mil pedazos para darle lugar a una apasionante serie de viñetas en las que todo vibra. Al trágico presente estático de la primera mitad, se le contrapone un pasado caprichosamente anárquico, lleno de canciones, aventura, bonvivantismo, colonialismo y un sinfín de elementos que vale la pena descubrir.
Pese a tener algunos momentos más lentos que otros, Tabú es un derroche de excelentes ideas, llena de inteligentes y efectivos recursos, que dan fe del infinito e insondable alcance del lenguaje cinematográfico. A riesgo y sabiendas de que estas palabras sean muy cursis, hay varios momentos -como el que abre esta reseña- en los que Tabú explicita a través de táctiles relieves, penetrantes aromas, estridentes sonidos e impactantes imágenes la concreta y poderosa idea de lo que es el cine. Y eso, amigos, amigas, da gusto. Estamos frente a la clase de película que te sigue días después de haberla visto, lo que marca no sólo su calidad, sino su inherente condición de Gran Obra Cinematográfica (GOC, para los amigos).
Hay dos oportunidades más de verla en en el Bafici, con Gomes, jurado de esta 14º edición, in situ: hoy a las 22:30hs y el sábado a las 14:15hs. Después se podrá ver en salas, ya que está anunciado su estreno. Eso sí, recomendamos verla en estas dos fechas: estar presentes con Gomes en pleno ejercicio de su portuñol le suma puntos a la experiencia..

¡Programadores del mundo, uníos!

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En el día de ayer se realizó, dentro del marco del BAFICI, como se suele decir, una mesa con el siguiente y explicativo título:
FESTIVALES INTERNACIONALES DE CINE: CRITERIOS DE SELECCIÓN Y PROGRAMACIÓN
Nuestro intrépido cronista, armado solamente con un BlackBerry y sus ágiles dedos, nos contó casi todo a través de Twitter. El encargado de coordinar la mesa fue el crítico Leonardo D’Esposito y la cantidad de programadores, una oferta increíble en calidad y variedad (y en variedad de calidades), terminó atentado con el desarrollo de la charla. Al ser tantos los participantes, hemos dejado de lado algunas de las conversaciones que se mantuvieron durante el evento con otros tuiteros y tópicos tales como la vestimenta de los programadores (saco blanco vs. camisa leñadora) y algunos temas menos interesantes. Todo esto, claro, para facilitar la lectura.
Los participantes fueron: Hans Hurch (Viennale), Roger Alan Koza (Hamburgo / FICUNAM), Raúl Camargo (Valdivia), Rebecca De Pas (FiDMarseille), Pieter Keereman (Cinema novo Bélgica), Jannie Langbroek (Amsterdam Intl. Doc.), Carlos Nuñez (SANFIC), Luis Ospina (Cali), Mark Peranson (Locarno), Jean-Pierre Rehm (FiDMarseille), Diana Sánchez (Toronto) y Gerwin Tamsma (IDFA).
El resto, tal cual sucedió, o más o menos:
- Por ahora nada, solo números y especialización de cada festival. #programadores
- Ahora habla Diana Sanchez de Toronto FF. Dice que su festival es el mejor lugar para vender películas.
- Ahora Hans Hurch. Dice que no tienen mercado, ni competición pq hay mucho de eso en el mundo. Ni premieres, pq eso es para la prensa. Groso.
- Lo que dijo Hans Hurch es que no le interesan particularmente las premieres mundiales por que eso es para la prensa. #programadores
- Gerwin Tamsma de Rotterdam dice que ojalá todos puedan ir a su festival.
- Hola Gerwin, acá Marcelo de Mar del Plata! #programadores
- Luis Ospina habla del tema de festivales cancelados por decisiones políticas. #programadores
- Ahora Raúl Camargo, habla de los festivales como lugares de resistencias. Embajadas del cine en el mundo, dice. Muy bueno. #programadores
- Roger Koza habla de los límites a la hora de programar y cómo forzarlos, en su trabajo en Hamburgo FF.
- Roger también dice que el FICUNAM es uno de los hijos del BAFICI. #programadores
- Peranson dice q Locarno tiene una comp de cortos, pero q el no tiene nada q ver con esa sección y se salva de irse con sobrepeso de equipaje
- JP.Rehm dice q en la comp del FidMarseille, no hay distinciones, q una vez hubo un corto de 11 minutos, con un largo de 9 hs #programadores
- Primer pregunta del público y, adivinen,es sobre Tierra de los padres. #programadores
- No siempre programo películas que me gustan, dice Diana Sanchez, de Toronto y habla de compromisos con los estudios. #programadores
- Diana Sanchez habla de la sección en donde estuvo programada TDLP. Pero no agrega nada más. #programadores
- El gusto es lo primero que uno pone en juego, dice Roger Koza. #programadores
- Koza dice que TDLP es una película importante, política y formalmente. Y q el no puede responder por el BAFICI. #programadores
- Dijo Koza q el no es de enfrentar, pq hubiera sido una buena oportunidad para discutir. Y q respeta la decisión de los programadores BAFICI
- Sobre la estandarización d las películas. Hurch le pega al Hubert Bals, hable de un sello de todas las pelis q salen de ahí #programadores
- Rehm dice que en el Louvre tampoco todos los cuadros son interesantes. Pero hay algo q une a todas esas obras. Y eso pasa en los festivales.
- H.Hurch, usa cierto tipo de cine austriaco para hablar de la estandarización y da la película Michael como ejemplo (malo).
- Sobre la ficción y los docs. A veces los directores se sorprenden de la sección donde ubicamos sus peliculas, dice H.Hurch. #programadores
- Preguntan sobre límites éticos y estéticos a la hora de programar. #programadores
- El gusto es para la cocina y la comida, dijo J.P.Rehm. #programadores
- Yo no divido entre lo ético y estético. La forma es un conjunto. J.P.Rehm #programadores
- La separación de géneros es más para los videoclubes que para los festivales, dice un inspirado Raúl Camargo. #programadores
- No soy un animal como para andar oliendo las películas como si fueran comida, dice HH. Hurch vs. Rehm. #programadores
- La vida es muy corta como para andar repitiendo películas malas, dijo Ospina. #programadores
- Antes de ser programador, nunca había visto tantas películas malas, dice Hans Hurch. #programadores
- Y terminó. Los jóvenes realizadores se acercan a entregar sus películas a los #programadores y listo.
- Gracias por seguirnos. #programadores del mundo en el #BAFICI

(La foto que acompaña este texto, obviamente, fue sacada con un BlackBerry –no instagram here- y, como buena película del BAFICI, su inmediatez justifica su baja calidad. O al menos eso creemos…)

lunes, abril 16

Política de autor - Pater

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Hay una particularidad en la historia de Alain Cavalier (mejor dicho, algo que a mi siempre me llamo la atención), y es la de ser un director que, a pesar de tener casi la misma que Godard y Truffaut, no perteneció al grupo de los Cahiers du cinema ni al de la Nouvelle Vague. Obviamente, no fue el único caso. Alguna vez habrá que revisar esos nombres y ver que fue de esas obras. Me pregunto: ¿cómo habrán sido aquellos años del joven Alain Cavalier, y de otros como él, siendo testigos de sus contemporáneos nuevaoleros?
La obra de Cavalier, no vamos a hacer aquí un recuento de una carrera bastante extensa y con varios grandes momentos, cambia radicalmente cuando realiza el documental Vies (2000) con una pequeña cámara digital. A partir de este momento, sin presupuestos y siempre en formatos digitales –y no de los más sofisticados-, su obra se transforma en una especie de diario íntimo, en donde lo que se cuenta siempre está relacionado con su vida y sus historias e intereses personales. Apuntes, notas y recuerdos personales sacados de pequeños cuadernitos negros en donde Cavalier parece llevar nota de toda su vida, como se puede ver en Irène (2009). Llegando a veces a un grado de intimidad tan grande en donde no estamos seguros de querer ver lo que Cavalier nos quiere mostrar. La intimidad, si, pero a veces, segundos antes de transformarse en exhibicionismo. Aunque quizás esta apuesta sea lo que hace grande a esas pequeñas y conmovedoras películas.
Pater (2011), de alguna manera, da un salto más allá. Aquí se trata de un documental sobre una ficción (por ahí dicen que esto ocurre con todas las películas). Alain Cavalier y sus amigos (el actor Vincent Lindon más algunos ¿actores? ignotos) juegan a ser personas poderosas, en una extraña mezcla de ficción, realidad y juego lúdico. El problema está en que Cavalier y su grupo, sí son personas poderosas en la realidad. Digamos, poderosas en al ámbito al cual pertenecen. A Cavalier, sin ser uno de los nombres más conocidos de la historia del cine francés, su carrera le asegura un lugar en el panteón de autores franceses. Y a los franceses, como a todo el mundo, les gusta crear próceres. El espaldarazo que resultó seleccionar una película tan atípica como Pater en la competencia oficial del último festival de Cannes, indica que ese es el camino por el que está transitando su figura. Con Thierry Frémaux operando desde las (no tan) sombras. No sería extraño que su próxima película sea una ficción con todas las de la ley, esto es, actores y esas cosas. Y que su presentación sea, claro, en el festival de Cannes. Aunque en verdad se trate de puras especulaciones, claro. Por su lado, Vincent Lindon es un actor prestigioso que hace todo tipo de películas. Algunas buenas, otras malas y así. Ustedes saben, un actor famoso. Un actor. Todo dicho, sigamos.
A este tipo de formas documentales por las que transita Pater (llamémoslas: “de creación”) les sienta mejor el ensayo, el apunte suelto, la búsqueda y no la seguridad que muestra esta película. Un gesto fanfarrón de un director que, como dijimos anteriormente, últimamente cree que no hay un mejor personaje que él mismo. Lo cual, quizás, no sea del todo falso. Incluso en esta película, atravesada por la política de su país (es cierto que sería importante conocer un poco más de la política actual francesa para entender ciertas cosas), todo pasa a través de su figura. Lo que antes era un exhibicionismo de su intimidad, ahora se transforma en afectación pública. Aunque también es probable que todo se trate de una gran broma.
No deja de ser una película particular e interesante Pater, a pesar de que, como los políticos, a la larga termina provocando fastidio y desilusionando.
M.A.

sábado, abril 14

Vivir su vida - Dos películas de Ross McElwee

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“Criar a un hijo adolescente es más difícil que hacer un documental, pero tratar de hacer las dos cosas al mismo tiempo es una locura” afirma Ross McElwee. Y esa locura es el punto de partida de Photographic memory (2011), un diario personal en el que McElwee comienza retratando los cambios de su hijo adolescente, tratando de entender cómo aquel niño adorable se transformó en este adolescente hosco, para luego volverse un proustiano desplazamiento al pasado. Ross McElwee, decide volver en el tiempo y emprender un viaje a un pueblito francés, en donde 38 años atrás ejerció la profesión de fotógrafo de bodas. Y, armado de viejas fotografías y pequeños cuadernos escritos a mano, tratar de reconstruir aquella época (incluido un viejo amor perdido) en donde tenía casi la misma edad que su hijo hoy. Los recuerdos, por supuesto, ya no son los mismos. El paso del tiempo termina enseñándonos que el material menos confiable, no es el digital ni el analógico, sino aquel sobre el que están grabados los recuerdos.

De McElwee también se exhibe en el festival: Sherman’s march (1986), un clásico del cine (norte) americano, cualquiera sea su genero, aunque tal vez uno de sus muchos méritos, sea el de haber inaugurado uno. Un documental que comienza de una manera, para después transformarse en otra. La idea de contar un momento histórico (la marcha del general Sherman durante la guerra de secesión en USA) da paso a lo personal (el corazón roto del director) en este increíble road movie. Película que consagraría a McElwee y colocaría su nombre entre los más destacados en el panorama del cine norteamericano.

Entre sus particularidades se encuentra la de poder escuchar la voz de Richard Leacock, otro de esos nombres míticos del documental (recuerden 1 P.M. aquella película que comenzó con tres autores, Leacock, J.L. Godard y D.A. Pennebaker, para, casi, terminar sin ninguno), encargado de la narración histórica.

El paso del tiempo entre Sherman’s march y Photographic memory, y la posibilidad de verlas juntas, agregan un plus importante a estas películas. No es solo una época lo que las separa, sino una parte importante de la vida de su autor. Quien con su obra fue creando una especie de En busca del tiempo perdido en clave cinematográfica, en donde los formatos tecnológicos (del 16mm al digital más hogareño) solo nos muestran cambios técnicos a través del tiempo. This memories can’t wait, como dice la canción de los Talking Heads. Y cuando esto ocurre, cuando las memorias no pueden esperar, cualquier herramienta es útil.

Lo único que necesita Ross McElwee para seguir haciendo cine, es su vida.

M.A.

(Parte de este texto fue publicado originalmente en el catalogo del 26º Festival Internacional de cine de Mar del Plata).

viernes, abril 13

Animales sueltos - La maladie blanche

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Christelle Lheureux fue jurado en el BAFICI 12, donde también presentó dos de sus películas: Un sourire malicieux éclaire son visage (2009) y Non ricordo el titolo (2008), dos obras que apelaban a nombres prestigiosos de la historia del cine (Hitchcock, Rossellini, Antonioni) para crear ingeniosos productos audiovisuales, siempre deudores del videoarte y la instalación museística y en deuda con el cine. Lheureux es, entre otras cosas colaboradora y amiga –suponemos- de Apichtapong Weerasethakul, quien además aparece entre los agradecimientos de esta, su por ahora última película: La maladie blanche (2011) estrenada mundialmente en el prestigioso festival FidMarseille.

La maladie… transcurre en un pequeño pueblito francés llamado Argot-Dessus, el tipo de lugar al que últimamente el cine moderno nos tiene acostumbrados. A poco de comenzar escuchamos la canción Clandestino de Manu Chao (para quien esto escribe, motivo suficiente para abandonar la proyección de cualquier película, pero como más adelante también se escuchan Alphaville y Joan Jett, mejor sigamos. Eso sí, es música diegética…o sea…). Lo que nos ubica inmediatamente en el clima de festejo que se está viviendo en este lugar, aunque quizás simplemente se trate de un sábado por la noche. Lo que sigue son pequeños momentos, escenas, de parejas y gente conversando, niños alrededor de una fogata jugando a las sombras chinescas. Y un padre y una niña a punto de irse a dormir, quienes derivarán en la parte más importante de esta corta película de poco menos de una hora. Quizás la más alejada de recursos ingeniosos en la obra de Christelle, al menos de las que tuve la oportunidad de ver. Sin embargo hay algo que no funciona o mejor dicho, funciona perfectamente dentro de la lógica de la película y al hacerlo produce cuestionamientos.

Últimamente este tipo de cine, ¿de búsqueda?, ¿artístico?, suele tener una seguridad y una confianza en sí mismo a prueba de todo, y esto sólo genera sospechas. Algo que parece ya visto y redundante en su cuidada estética, en sus escenas bucólicas con niños y aldeanos, en su búsqueda de momentos epifánicos, en su bello blanco y negro digital, y en, otra vez aquí, la aparición de un animal (ya un recurso y lugar común, teniendo en cuenta películas recientes y de este mismo BAFICI -trataremos de ampliar en futuras entregas-). Como si se tratara de un cuento para niños trasladado a la pantalla en forma de documental arty. Pero tampoco se trata exactamente de esto. Al menos, no del todo.

Un cine que, como escribió alguien, busca más un estilo que una estética. Lheureux hace desaparecer la presencia del artificio en sus imágenes y logra así, que su truco sea más limpio y eficiente que en sus anteriores obras.

Y hablando de cuentos para infantes, recuerdo una canción que me cantaban de niño que habla de un accidentado Pinocho al que no podían ayudar en el hospital ya que, decía cruelmente un personaje de la canción: “todo esto será en vano, le falta el corazón”. Quizás el problema de esta película sea ese, la falta de corazón.

Pero escribo esto y me doy cuenta que quizás está mal reclamarle a una película tener corazón o provocar sentimientos, algo visto por casi todo el mundo como la única finalidad del cine. El problema sigue siendo qué se espera o qué se le pide al cine hoy en día. Lo que La maladie blanche ofrece, se parece mucho a un mainstream dentro del cine para festivales. Una película que se dedica a utilizar y acumular formas y recursos ya probados. Casi una nueva forma de cinema de qualité.

M.A.

Este trailer...

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Este es el trailer de Fibertel sobre el Bafici, un buen auspicio acompañado de una selección de títulos a emitir, a modo de homenaje, en el canal 90 de Cablevisión, una buena propuesta para quienes no tienen la posibilidad de vivir de cerca el Festival. Eso sí, los que hicieron el trailer nunca fueron, leyeron o escucharon hablar del Bafici, a menos que allí se hayan proyectado alguna de Piratas del Caribe, Ghost o el Willy Wonka de Tim Burton. Eso sí, el look de la espectadora que se hace la película es lo más hispter / gafapasta / esnobiero posible. Cinefilia y  publicidad: desentendidos modernos...

Cerrar puertas y ventanas - L’Apollonide (souvenirs de la maison close)

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Bertrand Bonello es un claro representante del director autor. Producto (y ejemplo clásico) del cine francés y su historia. Un director “moderno” que gusta de mezclar formas y estilos. En su anterior película, De la guerre (2008), una personalísima adaptación del libro de Carl von Clausewitz, lograba llevar a buen puerto una serie de ideas disparatadas comandando a un trío explosivo de actores; Asia Argento, el finado Guillaume Depardieu y a la joya nacional (francesa) Mathieu Amalric.

(Para desarrollar en otro momento: hay una relación directa entre L’Apollonide y Tournée, más allá de describir universos plagados de mujeres -y mujerotas- y de sus bandas de sonido soul rockeras, hay algo de la liviandad bien entendida y de cierto placer hedonista que une ambas obras).

Bonello esta vez elige contar una historia original, los últimos días de un prostíbulo durante el cambio del siglo XVIII al XIX. El noventa por ciento de la película ocurre puertas adentros y la narrativa esta marcada por las historias de un variado grupo de prostitutas. Las chicas de Bonello (como antes las chicas de Amalric) son la fuerza (motriz, narrativa) que lleva la película. Sus cuerpos, rostros y sus particularidades se entremezclan con la trama y, esa mezcla, logra una puesta en escena hipnótica. Hay un gesto muy obvio en Bonello para alejarse del clasicismo que le indica la historia, y es a través de la utilización de diferentes recursos formales como la pantalla divida, el uso de las canciones modernas (rock, soul), y hasta registrar una escena SPOILER en un formato de video de baja calidad (en la polémica secuencia final). Como si todo eso fuera necesario para mostrar que lo suyo no es simplemente contar un historia ambientada en el pasado. Bonello es un director extraño (y virtuoso) que por momentos parece depender de varias tradiciones cinematográficas y por otros de ninguna (o en tal caso de otras tradiciones, Bonello es además músico). Por alguna extraña razón, algunos directores franceses (ex - jóvenes) y modernos parecen verse obligados a realizar sus películas “de época”, Arnaud Desplechin con Esther Kahn (2000), Olivier Assayas con Les destinées sentimentales (2000) por citar un par. Y esto termina siendo una marca, o síntoma, del cine francés actual. Por un lado nostálgicamente enamorado de la Nouvelle Vague y sus imágenes e iconos, y por otro arrastrado inevitablemente hacia el cinema de qualité. Autores que de la Nouvelle Vague adoptan su estética pero no su ideología, sin darse cuenta, todavía, y a esta altura, que hablamos de lo mismo. La batalla continúa.

Habiendo dicho todo esto, también es cierto que L’Apollonide (souvenirs de la maison close) es una de las mejores películas que se van a poder ver en este BAFICI. El gran merito de Bonello es mostrar la vida mientras ocurre, a diferencia de lo que suele ocurrir con las películas de época, en donde la vida se muestra en pasado.

Y un saludo a algunos de nuestros colegas quienes ante la belleza, solo ven un gesto reaccionario. Eso les pasa por ser, a diferencia de estas mujeres, tan feos.

(El título de este texto se lo debo a mi colega Cecilia Barrionuevo).

M.A.