viernes, noviembre 19

Desde lejos.

No hay comentarios.:

Ayer al mediodía tomaba un avión en Calafate, los días previos hice algunas cosas, sin embargo no pude ver a Raúl Porchetto en el Casino, el gran centro cultural de la ciudad. Cuando levantamos vuelo estaba nublado sobre la cordillera. Manchones de nieve sobre las montañas borrosas. En la meseta la luz era lechosa y por entre las nubes pude espiar el paisaje. El lago Argentino, el río La Leona serpenteando en un entorno lunar, el lago Viedma y unos caminos imposibles. Debe ser la ruta 40, desde arriba impresiona aún más la desolación. Más lagos de los que solamente conocía el nombre, San Martin, Cardiel, Strobel. Después nos comieron las nubes. Ya está, estoy otra vez en Buenos Aires, hace calor, esta noche toca Smashing Pumpkins. Alguien que piensa en mí cuando desaparezco tenía las entradas. Un misterio lo que podía pasar. Con el concierto y con nosotros. Smashing Pumpinks ha sido y es una presencia para muchos entre los que estoy. Una melancolía rabiosa que a veces se transforma en liberación y hasta en alegría; muchas buenas canciones, muchos ensayos y errores también. Al último disco le falta inspiración; igual estoy contento de estar acá. Nos acomodamos a un costado para mirar desde lejos cómo lo pibes saltan y saltan. Ya tuve una cita con él hace muchos años. Esa vez presentaban Adore, un disco oscuro y lleno de texturas a descubrir. El concierto creo recordar, no estuvo a la altura de lo que esperaba. Había mucha gente sobre el escenario, tal vez dos bateristas o dos tecladistas, algo así. Mucha gente. Esta vez solamente cuatro y a rockear. Cogan estaba de buen humor y todos la pasamos bien. El pibe de la batería debe tener 20 años. En todo caso nació bastante después de que el baterista de Led Zeppelin muriera después de aquella borrachera fatal. Le dedicó el solo de Led Zepellin II con gong incluido. Eso solo lo sabíamos los viejos. Bauhaus encuentra a Nirvana y The Cure. Fue un poco de todo eso. La pasamos bien. Creo. Después fuimos a comer pizza.

Dj malhumor.

jueves, noviembre 18

Una tarde en Glasgow

No hay comentarios.:
Mogwai, Belle And Sebastian, Teenage Fanclub, bandas de Glasgow y alrededores. Estaba ahí y pensaba en ellos. Caminábamos a través de los edificios de la universidad y pensaba en canciones, ¡yo estuve acá en canciones! ¿pero en cuáles? ¿quién me habló de estos parques y de bajar en bicicleta por estas colinas? ¿dónde ví esto antes? ¿por qué es todo tan familiar? Vacaciones sin wikipedia y con los agujeros de mi memoria ventilándose. Había sol y era primavera y nos decían que el invierno había sido muy largo, muy frío y que había llovido mucho, igual que siempre. Toda la Escocia y la Europa que pisamos se quejaba del invierno interminable.
La tarde del sábado que Uruguay dejó a Corea afuera del mundial 2010 grité sus goles en un pub lleno de escoceses que hinchaban por los asiáticos. No se por qué eligieron a los coreanos. Pasé diez días de la copa del mundo en un país que no jugaba el mundial y no sabían a quién alentar, bueno si, hinchaban por cualquiera que jugara contra Inglaterra. Pero ¿cómo eligen equipo entre dos países que les queda lejísimo? Un rato antes del partido, habíamos hecho un picnic y leído The Guardian en el Jardín Botánico, cada nota de su suplemento cultural hipster y alterno la recuerdo como un cuento que te lo cuentan de chico. Leer en papel de diario sobre cosas que no sabías que existían. Creo que aprendí más de los diarios que de los libros. En la sección deportiva analizaban el partido del día siguiente contra los alemanes. Los ingleses estaban seguro que les ganaban, mis amigos escoceses y yo decíamos que era jodido. Al otro día perdieron, lo vi en un pub del centro, tomando Guinnes tirada y gritando los goles alemanes como si los hiciera Tévez.

Pero antes, ese sábado después de la alegría uruguaya, me encontré con ella y caminamos por esos parques: sol, calorcito, verde, estabamos en una canción de Belle and Sebastian de los primeros discos, es más, nos cruzábamos las tapas de todos sus discos, en vivo y en directo.
En algún momento llegamos a un callejón. Hasta ahí nos llevó una de las guías gratuitas de actividades del fin de semana que avisaba de un festival multidisciplinario con cosas pasando a la vez en varios escenarios de la ciudad. Sobre las paredes de ladrillo del callejón había carteles con la programación del día y advertencias sobre los peligros de beber en la vía pública. Puestitos de ropa, de chucherías, gente que ponía aros, un festival que era como un Festival Buen Dia pero sin sponsors y en un callejón. Chicas y chicos con actitud de "acá se inventó el indie", Isobel Campbells de la mano de Stuart Braithwaites, chicas de tapa de discos que parecen inventados por Pitchfork para mantener el sitio actualizado, chicos que llegaban con bolsas llenas de botellas de cerveza de diez marcas diferentes compradas en el super de la vuelta. ¡Que grossos los supers del primer mundo, amigos!, hasta el mas modesto, el equivalente del Día o el Eki, tenía un par de docenas de opciones de birras: europeas, americanas, asiáticas ¡y encima más baratas que a la vuelta de mi casa! cosas de la inflación...
Mirabamos los puestitos todos amontonados, y nos preguntabamos donde estaría el escenario, había un pop distorsionado que sonaba muy bien llegando de algún lado pero la marea de gente no nos dejaba ir rápido a buscarlo. Después de meternos en otras dos callecitas encontramos de donde venía la música, había una banda en una carpa o más bien era una banda debajo de un gazebo que tocaba las canciones más alegres del mundo. En la primera mirada eran tres quinceañeras y el amigo grande que ya terminó la escuela que no se decide a cuál levantarse pero les pone fichas a todas. Después de un minuto de escucharlos ya los veías más grandes, más como si fueran universitarios a punto de dejar. Futuristic Retro Champions, la mejor banda del planeta para un sábado a la tarde de primavera tocando en un callejón de Glasgow. Fueron solo 15 minutos de euforia pop, pero de esos 15 minutos que te duran años.



txt, fotos, video: J. Pérez

viernes, noviembre 12

El ilusionista (L'illusionniste), de Sylvain Chomet

No hay comentarios.:
Sylvain Chomet llegó hace unos años a Edimburgo para presentar su film anterior, Les Triplettes de Belleville, se enamoró del lugar y quiso hacer algo con la ciudad. Cuando llegás a Edimburgo obvio que querés hacer algo con la ciudad, querés conservarla de cualquier manera en tu mente, no alcanzan las fotos, dibujarla es una mejor manera de atraparla.
El ilusionista, la forma que encontró Chomet de eternizar su recuerdo de Edimburgo, está ambientada a mediados de los 60 y basada en una historia escrita por Jacques Tati. El ilusionista es otra joya animada que dan ganas de capturarle cuadros e imprimir y pegar en las paredes. El dibujo detallista de Chomet, que ya en Les Triplettes maravillaba, sigue impresionando e invitando
a una segunda visión de varias escenas. Esta es animación de la de antes, amigos: se ve y se siente que hay una mano maestra llevando a los personajes.
Tatischieff, con los movimientos y el espíritu del gran Jacques Tati, es un mago al que las cosas no le están yendo muy bien en Francia y viaja a Escocia (junto al conejo con el que comparte escenario) invitado por un borrachín que se encuentra en una fiesta. Llega a un pueblo, donde conoce y desarrolla una relación bastante especial con Alice, una chica un par de décadas menor que se transforma en una especie de asistente. Juntos viajan a Edimburgo. La lluvia casi constante, las calles, los castillos, los insoportables gaiteros, ilustran perfectamente a una ciudad que parece no haber cambiado tanto en los últimos 40 años. Tuve mucha suerte de poder ver esta peli justo en ahí, después de la proyección uno salía a caminar por esas calles y estaba todo a la vista, la ciudad también parecía dibujada por Chomet.
Post Relacionado: Festival de cine de Edimburgo
+ info: http://www.lillusionniste-lefilm.com

J. Pérez

miércoles, noviembre 3

El otro Richard

No hay comentarios.:

Cómo es que tienen esa capacidad para contar cosas como si te contaran cada vez su propia historia es algo que me asombra siempre. Lo tenía entre ojos hasta que pude leer un volumen con tres cuentos largos, De hombres y mujeres. Allí hay también una historia magistral de un hombre separado, su hijo, una cuñada y un viaje. Apenas empecé a leer y ya quería poner de fondo a Neil Young como para completar el paisaje. El clima estaba cambiando y soplaba una brisa, la clase de brisa ventosa que eventualmente se transforma en helada en Montana y sopla a través de tu piel como si estuvieras hecho de papel. Exactamente. Como si estuvieras hecho de papel. El aire frío que viene del polo, o la Antártida.
Por dos libras conseguí este Wildlife. El comienzo es perfecto: En el otoño de 1960, cuando yo tenía dieciséis años y mi padre estaba temporariamente sin trabajo, mi madre conoció un hombre llamado Warren Miller y se enamoró de él. Pensaba que la perfección de Carver, sus historias melancólicas de hombres y mujeres, no soportaban el formato de novela, que no se podía ser tan certero y creíble por tanto tiempo y después de tantas palabras. Y sin embargo está Richard Ford. Mi novia estalló en una carcajada. ¡Ricardo Fort! Si, una risa, suena igual.
Leí también de él El día de la Independencia. Creía que ya no podía leer novelas tan gordas. Y sin embargo. Al corazón de las cosas tal como las conocemos. Como se hace para construir una vida medianamente razonable, honesta, acorde a como es el mundo y no como quisiéramos que fuera. La lucidez necesaria para no perderse. Otra indagación acerca de la felicidad.
Es la secuela de otra novela, The sportwriter. Me siento feliz de solo saber de que está ahí también entre los libros usados que traje del viaje, una manera de que no termine. De hombres y mujeres.
Como esta fue una semana generosa quiero agregar otro comienzo perfecto, este de un inglés, Graham Swift: Mrs singleton había pensado tres veces en abandonar a su marido.
Las afinidades electivas; la sincronicidad de los temas, intereses y epifanías.
¿Cómo me dijiste que se llamaba? Ricardo Fort, como el de la tele.

Dj malhumor