domingo, abril 13

La nada misma.

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Lo que debía estar no está. Esa presencia etérea como de miembro fantasma. Salí del cine y donde debía estar mi bicicleta había una nada, aire. Aire, toco aire a vos no te toco. Yastá. Se la llevaron nomás; ahora no me preocupo más. Así también a mi última novia. Un momento, largo, cuando no crees. El cerebro persiste en seguir viendo lo que no está. Un sentimiento raro, un cosquilleo, de sentirse estando donde no se debiera. Después; no sé cuánto después porque el tiempo se enrarece, la idea de haber caído en un planeta extraño; como en esas películas que empiezan con una casualidad. Se acaba la nafta en un camino solitario y hay que caminar en la noche oscura hacia una luz; golpear las manos y esperar. Estar allí donde no nos esperan; ser lo que nadie se imagino. Reagruparse; contar los muertos y heridos; ver que partes del cerebro no quedaron inutilizadas. Freud lo sabía; si algo sale bien, nos creemos los héroes victoriosos que lo sabían todo; si algo sale mal, repasamos la cadena de eventos una y mil veces viendo las mil oportunidades que no tomamos. El cerebro, ese gran tramposo, nos muestra lo que era imposible ver. Algo, o alguien ya no está, y los que cambiamos somos nosotros, como si una parte nuestra nos hubiera abandonado. Todo lo que puede decirse, puede decirse claramente. De los que estamos no falta nadie. Un poste solitario sosteniendo una cadena que ya ha perdido su sentido. Salí del cine y me habían robado la bicicleta. No aprendo más. Santiago B.

Bafici 2014: todos los premios

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SELECCIÓN OFICIAL INTERNACIONAL
Menciones Especiales: El futuro, de Luis López Carrasco (España) y Mary is Happy, Mary is Happy de Nawapol Thamrongrattanarit (Tailandia).
Mejor Actor: Fernando Bacilio, por El Mudo, de Daniel Vega y Diego Vega (Perú/México/Francia).
Mejor Actriz: Sophie Desmarais por Sarah préfère la course, de Chloé Robichaud (Canadá).
Mejor Director - Selección Oficial Internacional: Daniel Vega y Diego Vega, por El Mudo (Perú/México/Francia).
Premio Especial del Jurado: Mauro, de Hernán Rosselli. (Argentina).
Mejor Película: Fifi Howls from Happiness, de Mitra Farahani (Estados Unidos/Francia).

SELECCIÓN OFICIAL ARGENTINA
Mención Especial: Carta a un padre, de Edgardo Cozarinsky (Argentina/Francia).
Mejor Director - Selección Oficial Argentina: Gustavo Fontán, por El Rostro (Argentina).
Mejor Película - Selección Oficial Argentina: El escarabajo de oro, de Alejo Moguillansky y Fia-Stina Sandlund (Argentina/Suecia/Dinamarca).

VANGUARDIA Y GÉNERO
Mención especial al Corto Vanguardia y Género: Alan Vega, Just a Million Dreams, de Marie Losier (Francia/Estados Unidos).
Mejor Corto - Vanguardia y Género: Redemption, de Miguel Gomes (Portugal/Francia/Alemania/Italia).
Mención especial al Largo Vanguardia y Género: Living Stars, de Mariano Cohn y Gastón Duprat (Argentina).
Mejor Largo - Vanguardia y Género: It For Others, de Duncan Campbell (Reino Unido).
Gran Premio - Vanguardia y Género: Manakamana, de Stephanie Spray y Pacho Vélez (Estados Unidos/Nepal).

COMPETENCIA DE DERECHOS HUMANOS
Mención: ReMine, el último movimiento obrero, de Marcos Martínez Merino (España).
Mejor película: El cuarto desnudo, de Nuria Ibañez (México).

SELECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES
Menciones especiales: Rockero Reyes, de Romina Cohn y No sé María, de Paula Grinzpan.
Segundo premio: La Reina, de Manuel Abramovich
Primer premio: Lo que dicen del monte, de Octavio Tavares y Francisca Oyaneder.

PREMIO DEL PÚBLICO ISAT – CINECOLOR
Mejor película argentina: Mientras estoy cantando, de Julián Montero Ciancio (Argentina)

PREMIO DE JURADOS NO OFICIALES
Asociación de Cronistas Cinematográficos Argentinos (ACCA): Carta a un padre, de Edgardo Cozarinsky (Argentina/Francia).
ADF: Para el Director de Fotografía Fernando Lockett por su labor en Algunas chicas de Santiago Palavecino (Argentina).
SIGNIS: Mención Especial para La Salada, de Juan Martín Hsu (Argentina).
Premio SIGNIS para Sarah préfère la course, de Chloé Robichaud (Canadá).
FEISAL: Mención Especial para Castanha de Davi Pretto (Brasil)
Premio FEISAL para Ciencias Naturales, de Matías Lucchesi (Argentina).
FIPRESCI: Mauro, de Hernán Rosselli (Argentina).

Bafici 2014: Encuesta Encerrados Afuera

8 comentarios:

Si sobrevivieron al Bafici los invitamos a elegir lo mejor y lo peor de esta edición del festival.
Pasen y voten en el link de comentarios por favor. ¡Gracias!

1) Mejor película
2) Peor película
3) Mejor escena lisérgica
4) Mejor escena de sexo
5) Mejor banda de sonido y/o canción
6) El personaje
7) El inflado
8) Basta ya de...
9) La frase
10) En el Bafici 17 estaría bueno...

Datos personales:
Nombre - Cantidad de películas vistas

sábado, abril 12

El misterio Kumiko

3 comentarios:
Nota autoreferencial 1: No creo que pueda decir mucho sobre Kumiko, the Treasure Hunter.

Nota autoreferencial 2: Estoy haciendo muy seguido algo que es un poco deshonesto, aunque no lo parezca, y es decir que lo que voy a tratar de reseñar no lo puedo realmente reseñar. Convive en mí el deseo de, por un lado, compartir un entusiasmo que excede mi capacidad de contenerlo y la frustrante certeza de que no soy realmente capaz de compartirlo (ni en itálica ni en redondas). Así que termino haciendo algo en el medio, pero no necesariamente en el medio de estas dos cosas.





Lo primero que pensé tras la proyección es algo que puede sonar a burla o a parodia de discurso tiraposta, pero que no es sino la verbalización de una sensación postproyección, una sensación mastodóntica, bigger than life y algo cursi, como las que suelen dejar las grandes películas (también el amor y algún que otro golazo o un muy buen pase en cortada). Eso que pensé es “El ser humano es algo muy grande” y con eso, creo, me refería no a lo anatómico sino a lo inabarcable, a lo misterioso de su autoconstrucción.

Hay algo en los personajes/personas que se entregan a una obsesión delirante que es muy aterrador y  a la vez conmovedor. ¿En qué momento se soltaron de las ilusiones colectivas e inventaron su propia ilusión? No voy a decir algo tipo “¿Quién está realmente loco? ¿El de adentro o el de afuera? ¿eh?” No. Kumiko es la que está loca, está claro. Pero en su locura están proyectadas las locuras, las ridiculeces, las mentiras que nos hacen y que sobre todo nos mantienen como humanos, como por ejemplo, claro, el cine, que nos lleva a meternos en la sala/pc y a sumergirnos, sintiendo que lo que vemos no es un fake (it's not fake! como grita Kumiko) y que la valija llena de dólares efectivamente está ahí, enterrada donde la enterró Carl Showalter/Steve Buscemi. ¿Y cómo hacemos para aferrarnos tan fuerte a esas mentiras? Algo de ese misterio está materializado en Kumiko caminando bajo la nieve con un cubrecamas agujereado encima, en el conejo que se aleja en el subte, en el cuadro congelado de Fargo calcado sobre un papel, en el bordado del mapa del tesoro, en la lógica causa-consecuencia ligeramente desviada del verosímil cinematográfico de los que la ayudan, en los repentinamente pintados labios de Kumiko, en el homenaje descontrolado a Fargo, en la Rinko Kikuchi toda y así y así.

Por supuesto que la película es muchísimo más fuerte que esta reducción de mierda. Pero ojo, no es del todo mi culpa, en ésta estoy conmigo. Hay muchas películas que se pueden traducir al papel y no pierden demasiado, hasta probablemente ganan algo y no me refiero solo a películas malas. Pero las grandes películas, las que realmente te pueden impactar no las puede explicar (o bueno, “dar cuenta”, "decir algo sobre" si les da pudor The E word) nadie, porque lo que la hace realmente buena ocurre en un mundo diferente. Sí se pueden escribir grandes cosas y se puede contagiar el entusiasmo con un texto a partir de, pero eso es todo. Y claramente no es el caso de este posteo.

PD: Pueden encontrar buena información y links motivadores sobre la historia detrás de Kumiko, The Treasure Hunter en este link.

PD 2: Igual no se consigue y no la pasan más en el BAFICI.

viernes, abril 11

Calles de fuego, de Walter Hill

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¿Qué mejor subtitulo podía llevar esta gloriosa e inmortal genialidad que "Una fábula de rock & roll"? ¿Qué mejor momento para ver esta película que se desarrolla "en otro momento, en otro lugar", que un jueves en el que todo el país quedó en pausa, paro general de por medio, con las calles vacías? Adelantado al menos una década, Walter Hill supo hacer maravillas con una obra que supera ampliamente en ritmo, ideas narrativas y ocurrencias visuales a cualquier película de acción contemporánea. Aquí late una agilidad que aún hoy resulta novedosa y refrescante, muy por encima de la media en el cine de género.
Como en toda fábula, no hay medias tintas: los malos lo son mucho, los buenos, otro tanto, por más que tengan que poner a prueba sus motivos, repensando heroicidades. El rapto de la princesa, la sexy cantante del saloon por parte de una pandilla de forajidos con montura (con motos en vez de caballos), será la excusa para que un telegrama bien dirigido traiga al muchachito desde su destierro voluntario, figura pétrea, solitaria, con el corazón roto por la muchachita de marras. Para rescatarla de territorio enemigo, nuestro héroe deberá sumar compañeros de aventura, reclutándolos con pasmosa facilidad, todos juntos por una buena causa. Su victoria, sin embargo, despertará la furia del jefe de los villanos, un personaje impagable y carismático por los motivos erróneos, que jurará venganza pública, con duelo de por medio. Streets of Fire es, sí, un western modernoso, que se ríe con alegría de varios clichés al repetirlos con un nivel de sorna envidiable. Walter Hill y su coguionista Larry Gross (también colaborador de Hill en 48hrs, Geronimo y otras, de Wayne Wang en Chinese Box, ganador de premios y demases e invitado inexplicablemente ignorado por el propio Bafici, unos tres años atrás), supieron construir un guión ingenioso en el que la acción no decae ni un segundo, los diálogos brillan por su ocurrencia y los personajes se mueven con gran naturalidad. 
Estrenada en 1984, este fabulosa poplícula rompió cabezas a lo loco, aunque su éxito fue tardío, gracias al VHS (formato que claramente amamos). Ese fracaso en salas fue el que dejó de lado sus dos secuelas, que continuarían las aventuras de Tom Cody, su cojonudo protagonista, interpretado por el pétreo Michael Paré (insert chistes sobre el apellido y su ductilidad actoral). Paré y Albert Pyun hicieron un intento de darle continuidad al personaje, pero mejor ni hablemos de Road to Hell... 
En esta, una de las gemas de la filmografía de Walter Hill, todo está orquestado como un crepitante videoclip ochentoso, oteando desde su imaginería visual un horizonte muy parecido al actual: si se pudiesen extraer algunos detalles que delatan su año de factura (los peinados, el vestuario y la inocencia, ¡insuperables!), Calles de fuego podría pasar sin ninguna duda como un producto actual, lo que confirma el status de Hill como autor visionario, alguien que tiene muy en claro lo que busca y que en el interín terminó pavimentando el camino para el lenguaje cinematográfico del mainstream. Se suman la perfecta banda sonora de un Ry Cooder en su mejor momento y la deliciosa selección de un elenco irreemplazable: al duro en todo sentido de Paré, lo acompañan una hermosa Diane Lane (la princesita Ellen Aim), la dura Amy Madigan, un simpático Rick Moranis y el genial Willem Dafoe, como Raven, un villano que se las trae. En roles secundarios, la rompen unos jovencísimos Bill Paxton, Ed Beagley Jr. y Robert Townsend. Y la lista sigue...
Dejando la emoción que a nivel personal causa ver una copia impecable (sí, digital, pero impecable), con el volumen lo más alto posible, no me caben dudas que esta película puede ser una gran sorpresa para más de uno. Quienes no la vieron, no pierdan la oportunidad. Lo mismo para quienes no la recuerden bien: los espera la sorpresa de una fábula de rabiosa actualidad. O, la chance de sentirse como en casa, en un día movidito, movidito...

Réimon, de Rodrigo Moreno

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Esta reseña fue escrita con una notebook Positivo BGH comprada en la sección hogar de un supermercado golpista un día domingo, con 20% de descuento, con dinero obtenido de una beca universitaria y del salario de un trabajo en negro de un negocio familiar fallido. 

No es casualidad que Réimon de Rodrigo Moreno comience con un texto en el que se explicite los costos de producción de la mismísima película, quién la financió, cuánto demoró en filmarse, a quiénes van a ir las tentativas ganancias de su recaudación, etc, ya que desmontar y exponer las condiciones de producción capitalista formó parte de la tentativa desmitificadora que el marxismo llevó a cabo desde sus orígenes. En este sentido la premisa de la película es básica pero no menos efectiva: ilustrar un concepto de la teoría marxista en una situación concreta.

El film sigue con rigor documental a Ramona, una empleada doméstica, desde que se levanta hasta que se acuesta. En el transcurso se la verá despertarse temprano (antes inclusive del amanecer), tomar un tren, luego un colectivo y llegar a la casa de sus distintos patrones para luego ponerse a limpiar, acomodar, cocinar, etc. La banal contemplación de lo cotidiano colisiona cuando en una de esas casas unos jóvenes treintañeros en plan grupo de estudios leen en voz alta fragmentos de El capital. Los clásicos pasajes sobre la reproducción del capital vía la explotación obrera y cómo el supuesto tiempo libre de la clase oprimida se licua en otras actividades colindantes del trabajo son evocados. Acto seguido vemos a Ramona (o Réimon, como cariñosamente la llaman estos jóvenes) limpiando una ventana. La disyunción entre la teoría y la práctica es evidente, pero sus consecuencias no.

En un plano crucial uno de los chicos abandona la lectura y se instala en una pieza a escuchar música en sus auriculares mientras cercana al foco de la cámara Ramona se dedica a barrer; se invierte la figura pero el plano parece seguir la clásica lectura de Adorno y Horkheimer sobre Odiseo y las sirenas: el burgués necesita del obrero para entregarse a la contemplación desinteresada del arte. Pero tras unos instantes el joven se quita los auriculares permitiendo que la música se haga audible en el resto del cuarto (incluido a nosotros) e invita a Ramona a bailar. ¿Cómo hay que entender este gesto (o uno similar en la que una de las jóvenes le ofrece ropa que ya no usa a Ramona)? ¿Reproducción inconsciente de la lógica amo/esclavo, otra versión del “capitalismo con rostro humano”, culpa burguesa, caridad? Quizás habría qué adoptar otro punto de vista, otro menos prejuicioso. La película no inventa nada, pero su riqueza se encuentra justamente en conseguir interpelarnos de una manera directa: los problemas denunciados por el marxismo continúan siendo nuestros problemas, pero ¿cómo hacernos cargo de ellos cuando estamos insertos en el corazón mismo del sistema? ¿Basta la solidaridad, el intercambio desinteresado, la horizontalidad afectiva del trato? Claramente no, pero quizá, en este contexto, es el gesto mínimo del que podemos hacernos cargo.

Mientras tanto, lejos de las idealizaciones del propio marxismo, el sujeto Ramona continua siendo opaco a cualquier reflexión que podamos ensayar. Verla hacer un pausa de sus labores y descansar en el living de un loft todo culo de un patrón ausente, mientras escucha “Preludio a la siesta de un fauno” no hace sino acrecentar el misterio.

Bruno Grossi

Brain Damage y Frankenhooker, de Frank Henenlotter

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Lo dijimos varias veces, y acá va de nuevo: en un año en el que el Bafici ha tenido algunas visitas de trascendencia –como los jurados Serge Bozon y David Zellner, misteriosamente desatendidos por público y prensa-, la presencia de Frank Henenlotter es la más destacable de todas. En su breve pero intensa filmografía, celebrada por la saga Basket Case, esa que lo ubicó en el estrellato del submundo de culto, hay dos películas que le sacan varios cuerpos a las demás: Frankenhooker y Brain Damage, o Sin control como se llamó en VHS por estos lares. Para muchos, las películas de este director, de una fuerte voz personal, pueden ser obras menores, lejanas a lo docto, lo correcto o lo aplaudible. Para otros, por suerte, son necesarias, vitales, esenciales.
Sin lugar a duda, una de las películas más inteligentes de un director que tiene mucho más para ofrecer que los méritos que suelen endilgársele, Brain Damage puede ser apreciada por un subtexto de inevitable notoriedad. “Es sobre drogas” se resignó a aclarar antes de cualquier pregunta el propio director, evidenciando lo cansado que debe estar de que pregunten una obviedad: pocas dudas quedan al ver como su protagonista se vuelve adicto a ese azulado líquido que le provee el fálico Aylmer (o Elmer), su propio parásito cerebral. Afecto a los cerebros humanos, esos órganos que a su vez estimula, Elmer será quien posea a su desolado anfitrión, en un raid de asesinatos ultra-B, siempre por el lado bajomundero de la vida: esas calles neoyorquinas que hieden a cines porno, librerías de segunda mano, sexo barato y falta de seguridad. Detrás de todo, hay personajes solitarios en busca de algo que mitigue su propia miseria, ya sea el alcohol de algún triste homeless, o la necesidad de esos chutes elmerianos del matrimonio de vejetes que solían alojar al parásito cantor, ese de irresistible sonrisa sinatreana. 
El alucinógeno elixir que produce Elmer, maldito líquido que no tarda en dejar de ser una alegre novedad para transformarse en insomne pesadilla, será una analogía de la cocaína que el propio director dejó atrás, años antes de encarar este proyecto. Sin embargo, el lado serio del asunto no alcanza para restarle la rabiosa diversión a una de las películas de culto más secretas y estimulantes de todos los tiempos. Brain Damage es pura alegría y felicidad B, presentada por Henenlotter como su preferida, junto a la irregular Bad Biology (su película más reciente, quizás por eso una favorita). No es casual.
Por su lado, asumidamente B, Frankenhooker celebra su propia naturaleza, sin regodearse en su bajo presupuesto. Al contrario, Henenlotter encara su película como pocos se animan, utilizando todos los elementos del exploitation al extremo, empezando por ese título que mezcla  monstruos y prostitución, embardunando la fórmula sagrada con mucho sexo, algunas drogas y bastante rock and roll. Frankenputa (título español) es una película tan alegremente desfachatada que sólo puede compararse con experiencias como Mal gusto (Bad Taste) y Muertos de risa (Braindead), ambas de Peter Jackson, la primera entrega de El Vengador Tóxico (The Toxic Avenger), de Lloyd Kauffman y Michael Herz y los mejores momentos del John Waters más juguetón: original, ponzoñosa, atrevida y con muchas advertencias para impresionables y pacatos, al igual que Brain Damage
La fabula del científico loco que reconstruye a su novia con fragmentos de prostitutas, lleva su consigna al extremo del ridículo, festejando la irresponsabilidad de un guión que no deja nada en el camino, desde un ciclópeo cerebro como mascota a un cafishio y sus trabajadoras sexuales, alguna estrella porno en la "vida real". Aquí todo es diversión, alegría, amor por una forma de ver y entender el cine que, desgraciadamente, no muchos directores profesan. Por suerte, Henenlotter estuvo presente, rescatado por un festival que hace tiempo que desatiende (por ignorancia, desinterés o torpeza) al público de medianoche que solía estar muy presente en sus salas. Ojalá esto sea el comienzo de una reconciliación…

jueves, abril 10

Fragil como o mundo, Rita Azevedo Gomes

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He aquí una película de una belleza inusitada. También así su melancolía y poesía. "The Saddest Music In The World" de Guy Maddin viene a mi cabeza. Escuché aplausos de fanáticos que festejaban a sus héroes en varios proyecciones durante el festival. Es la primera vez que escucho en esta semana aplausos porque algo inesperado había sucedido. Sobran las palabras para hablar de un film que hace economía de ellas y es, si posible; pura expresión. Santiago B.

miércoles, abril 9

20.000 Days On Earth, de Iain Forsyth y Jane Pollard II

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Nick Cave es una estrella por naturaleza. Su biología es de estrella. Su biología es su destino casi. Es un gran simulador también. Mientras veía su película y la disfrutaba pensaba que el rock llegó a un grado de auto consciencia inusitado e inesperado. Después, en el final, algo desilusionado tal vez, pensé que solo ha llegado a toda la autoconsciencia que el estrellato y una cultura de la imagen pueden permitir. Nick Cave solo puede decirse, ¨qué gran pretencioso era¨ para seguir siéndolo segundos después solo un poquito menos; más acorde a su edad. Me preguntaba a quienes otros les toleraríamos una película así. Hasta podría ser una especie de test rockero de personalidad. ¿Bowie? Seguro; ¿Dylan? Seguro y seguramente la película sería otra; lo mismo para Neil Young; ¿Sting? Ya la hizo hace 20 años; ¿Bono? Buhh…Not cool; ¿Rufus? Hay que esperar que crezca pero ya la está pensando. Es una película tierna y honesta. Todo lo que querías saber está allí; para bien y mal. Un ensayo sobre la naturaleza de la creación y la propia vida que termina siendo una obra maestra del auto bombo. Pero bien eh. Dj Malhumor.

martes, abril 8

Macrotuits sobre películas del Bafici poco o nada hiteras

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Sabemos que el lector de Encerrados Afuera es moderno, digital, early trender, ultra updater y fast discarding, y no tiene tiempo de leer "palabras" en la forma anticuada de una reseña como hacían nuestros abuelos. Pero al mismo tiempo desprecia los tweets como forma degradada que no permite profundizar. Para ellos, entonces, les traemos la solución: tweets, pero un poco más largos.


The Project Stuart Hall: Para un ex estudiante de comunicación de la UBA, la sección que ya muchos denominan "Bafici Fsoc" o “Bafici Puan” representa la oportunidad de poder ver en pantalla grande a los grandes ídolos de las fotocopias juntadas durante largos e improductivos años. En esta ocasión se trataba de una película sobre uno de los grandes héroes académicos de los fans de los Estudios Culturales, el jamaiquino Stuart Hall. El año pasado, no obstante, esta misma sección nos trajo no pocas penurias con el lamentable documental de nombre interminable sobre EP Thompson, una película que venía con mucha chapa, pero que desperdiciaba un valioso archivo sonoro en un gesto muy perezoso que se reducía a la artimaña de contraponer imágenes actuales del lugar donde EP Thompson enseñaba con el registro sonoro del propio Thompson describiendo los pormenores de esas clases. Leído quizás suena interesante, pero les aseguro que no lo era, ya que ni siquiera había un mínimo trabajo de edición (si es que había alguno en absoluto) sobre el material de archivo.

Afortunadamente The Stuart Hall Project, sin ser una maravilla, está lejos de tal catástrofe, aunque su decisión de centrarse en el proceso de asimilación de los descolonizados en Gran Bretaña y del propio Hall pueda entenderse por algunos como una oportunidad desaprovechada de abordar las tesis que motorizaron el pensamiento de uno de los más grandes teóricos de la comunicación. Más allá de esto, la película cuenta con buenos hallazgos de archivo y por un momento, aunque focalizada en algo que no me interesaba tanto a priori, logra sostener un relato argumentativo interesante.

*Nota de color: En esta función pisé, sin querer, a Beatriz Sarlo.

Los Angeles Red Squad: Le tenía fe a Travis Wilkerson, responsable de "An Injury to One", presentada en algún viejo BAFICI y que siempre recordé como un muy buen documental (ahora sospecho de mi recuerdo). La idea, además, también prometía: un estudio sobre el destacamento policial de Los Angeles dedicado a infiltrarse e impedir cualquier atisbo de actividad política y sindical durante la postdepresión. Pero o Travis cambió o ya cambié. Curiosamente, la película se vale del mismo truco que el documental sobre EP Thompson que denosté en este mismo post: Contrapone imágenes random del LA cotidiano actual con audios históricos (que en realidad ni siquiera son históricos, sino sonidos de manifestaciones compradas en algún banco de audios -de hecho en una parte se escucha a una hinchada de mexicanos cantando "sí, se puede!"-). Eso es todo. Cero investigación, cero estudio, cero originalidad, mucho gesto vacío y locución sobreactuada.

Aurora Notte: La oldxploitation sigue su curso arrasador en busca de awwws y de jajajas y ni siquiera esta producción de los rebeldes CalArts evita la tentación de usar a los ancianos como carnada para generar ternura y/o risa sin demasiadas sutilezas.
Las artimañas son siempre las mismas (entre paréntesis el efecto buscado, en orden de prioridad):
a) el viejo o vieja dice algo medio liberal y desprejuiciado, como consejos sobre la vida sexual. (risa/ternura)
b) reta a algún joven por hacer algo mal y muestra que los viejos son aún útiles. (reflexión/emoción/ternura) 
c) revela su desfasaje temporal con alguna chuchería tecnológica que no comprende (risa/ternura). 

Ah, y las que realmente van al fondo con la oldxploitation nos reservan lo mejor para el final: un emotivo discurso aleccionador. En Aurora Notte, la anciana sube las escaleras de la iglesia (!) del pueblo para hablar a los soberanos allí reunidos y explicarles que lo importante es tolerarse más allá de las diferencias (hay un tema ahí con una pareja gay o no sé qué corcho). Terrible. 

Nota: Ojo, igual me reí y me dieron ternura varias escenas. Pero eso no la justifica.

PD: Es verdad, son demasiado más largos que un tweet, pero sirvió para llamarles la atención.


Connus de nos services (Jean Stephane Bron)

1 comentario:
Hay un morbo indecible para algunos y desvergonzado para otros en ver a los soñadores de los sesenta, del mayo francés, del hippismo y especialmente del socialismo muchos años después de su derrota. Es el morbo por ver cómo están hoy los ilusos de antaño, los que creyeron que iban a vivir para ver al hombre nuevo y terminaron devorados, asimilados o vomitados, por el sistema.

Connus des nos services, película de Jean Stephane Bron puede aprovecharse sólo como eso, como una hora para satisfacer una curiosidad pícara, sin que ello signifique menospreciarla ni aplaudir su fenomenal trabajo de investigación, pero también puede tomarse más en serio, gracias a un acierto fundamental: el de contraponer el relato tanto de los militantes de aquel entonces (de la “juventud progresista” de Vaduz, Suiza), como de los policías encargados de espiarlos durante años, lo cual implica no quedarse sólo en esa curiosidad, sino el poder reconstruir y estudiar una especie de teatro simbiótico y absurdo a partir de sus ruinas, del relato a veces orgulloso y a veces vergonzoso de sus protagonistas.

En un momento, uno de los policías recuerda cómo miraban con bronca a los manifestantes radicales, en su mayoría hijos de familias pudientes, tomarse un recreo en algún bar y consumir todo tipo de delicatessens mientras ellos tenían que conformarse con el sanguche de queso que traían de sus casas. En otro, un militante cuenta cómo irrumpían en la proyección de una película hollywoodense para protestar por Vietnam (“¿Vietnam? ¿Qué les importa? si ellos viven bien”) y aprovechaban la represión policial para tomar fotografías que sustentaran su posición antisistema. De un lado, los ex militantes recuerdan, en su mayoría, aquellos días como una época de buenas intenciones, pero de inconciencia juvenil y a su militancia como el producto de una indignación primitiva sin una ideología sólida de fondo. Del otro lado, los policías recuerdan con orgullo su labor pero sin reflexionar ni hoy ni ayer sobre el carácter del orden que resguardan. En definitiva lo que aparece tanto en los testimonios, como en los informes, como en los diferentes archivos, es la lucha de dos bandos que se necesitaban mutuamente para existir. Para unos porque sin la represión del sistema, sólo quedaba el vacío (¿cómo lucha un adolescente contra un régimen tolerante y democrático?); para los otros, porque sin el vandalismo rojo, ¿qué otra cosa podría hacer un policía en Suiza? Y en esa oposición se fundamentaba la imposibilidad de entenderse mínimamente. La película de Bron (el “almirante” según algunos) está muy buena por eso, porque no se queda en la curiosidad, sino que se toma en serio este trabajo arqueológico de redescubrir un mundo a nuestra vista un poco ridículo, pero de cualquier manera apasionante y sobre todo intenso ¿como ya no hay?


Connu des nos services se pasa mañana Jueves 10, 11.20 en el VR 9.

Dear Mr. Watterson de Joel Schroeder

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A veces un medio te explica otro; lo ilumina; nos lo hace visible. Nos los coloca enfrente según nuestras posibilidades. Según la calidad, de menor a mayor, cumple su función si abre una puerta que estaba cerrada o no sabíamos siquiera que existía. Muchas veces ciertas cosas te gustan según el gusto de otras u otros. A mí el reggae me gusta según The Clash; el folklore si estoy en el campo y las historietas si me las pasan mis amigos. Todo esto un poco mezclado es el caso para mí de Calvin & Hobbes. Perdón. El mundo es grande los intereses muchos. Por eso fui a ver este documental al mediodía mientras esperaba que saliera por fin el sol. Y cumplió su cometido. Espié un mundo de la mano de admiradores respetuosos; bellas presentaciones gráficas y música para paseos en carroza. Los que conocen los personajes los conocen; los que no, vayan a ver la película. Me quedo con la actitud rebelde de un artista apegado a su ética y un final de temporada que recuerda a Wittgenstein en las trincheras. Santiago B.

lunes, abril 7

My own WARP story

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Bunny and the Bull, Paul King
En una época de mi vida si me preguntabas qué música me gustaba te podía decir Warp. Respuesta corta. Se la podía gritar a una chica en un bar por ejemplo. Música electrónica de autor con aires experimentales realizada de forma independiente pero sin temores del gran público ni prejuicios acerca del bien y el mal en lo que respecta a la cultura pop. En alemán esto sería una sola palabra. En esa época tenía la idea que cierta música levantaba la cotización de mi departamento. Richard James; aka Aphex Twin, me tenía hipnotizado, y, siendo asmático y nerd, me sentí agradecido que uno de sus hits se llamara Ventolin. Era una masa de ruido inescuchable. Otras cosas no. Aphex Twin te podía hacer soñar y en un instante hacer que los vecinos llegaran con la policía por el ruido. Los compilados de Warp eran, wait for it, legendarios. Warp era un amigo que te recomendaba artistas. Algunos mejores, otros no, siempre en búsqueda. Y en un momento se pusieron a hacer películas. Vimos varias en varios festivales porque seguís las recomendaciones de tus amigos pero nunca nos cerraron del todo. Siempre faltaba 5 pal' peso. El problema es que en Warp music esa falta era un más. Un signo de la búsqueda. En Warp pelis se parece, digo se parece, más a intentos fallidos. Random: Submarine por ejemplo como una buena banda indie pero con canciones que solo están bien y son algo aburridas. Kill List, sadismo gratuito; Cuatro Leones, incorrección política con chistes más o menos. Tyrannosaur, para esa violencia prefiero a Gaspar Noé. Y así todo seguís intentando porque preferís las cosas más o menos de unos a las buenas de otros (a las supuestas buenas digamos). Entonces voy a ver Bunny and the Bull y he aquí que soy recompensado. Es claro que mi idea de Warp me hacía esperar una peli incompleta. Pumba, esta es todo lo contrario porque justamente se trata, de un cierto modo, de una curación. Un libro de Perec, o Calvino se cruzan con Michel Gondry. De música le pondría Papas Fritas. Que, si no lo saben, es una banda excelente. Dj malhumor.

Double Play: James Benning and Richard Linklater de Gabe Klinger

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Richard Linklater es alguien que nos cae muy bien y después de este documental todavía más. Y sus amigos son nuestros amigos. Entonces nos presenta a James Benning que habíamos visto y olvidado. Porque es su propósito. Que sus imágenes se nos mezclen con la vida misma. Sabíamos que Linklater es un experto en diálogos. Y esta película es como una de sus comedias. La misma ligereza (y profundidad). Tomarse todo muy en serio aunque con la liviandad del juego. Las afinidades electivas. Los encuentros de los opuestos que no lo son tal. Cómo no nos iba a gustar un tipo que se la pasa filmando cielos. O el juego de luces de la superficie de los lagos. Escuchar a estos viejos amigos es una delicia. Ver como son locos por el cine y así todo lo importante está en otro lado. Siempre. Esa idea que tenemos muchas veces (y como personas que escriben sobre cine y música nos puede llevar a lugares peligrosos y que no queremos) que las ideas que nos generan las películas son tan importantes como las películas mismas. Lo genial de estos tipos es que siguen haciendo mover las cosas. Y hacen otra película. And so on. Benning llegando a Austin con su equipaje en una bolsa de supermercado. La baterista de Butthole Surfers fumando su último cigarrillo. Los fragmentos de la trilogía de Before… Veo esta película y me digo; no me jodan, hay personas que conocés de otras vidas. Si no, no entiendo… Santiago Bardotti.

domingo, abril 6

The Stone Roses, gratis y al aire libre en el Bafici

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Estamos hablando de la película, claro. Estaría bueno que fuera la banda, pero esta vez te la debemos.
"The Stone Roses: Made of Stone", el documental de Shane Meadows será la gran atracción el sábado 12 de abril en el anteúltimo día de proyecciones del Bafici al aire libre en el Parque Centenario. La función comienza a las 22hs. y la entrada es por orden de llegada al Anfiteatro del Parque en Leopoldo Marechal y Lillo. Si alguna vez fuiste fan de la banda de Manchester, dejá todo lo que tengas planeado para esa noche y no te pierdas esta película en pantalla grande. Acá nuestra reseña publicada en julio de 2013:
http://encerradosafuera.blogspot.com.ar/2013/07/the-stone-roses-made-of-stone.html

A continuación, copy y paste del resto de la programación de Cine al Aire Libre que incluye proyecciones con música en vivo como la de Hakim Bentchouala-Golobitch que interpretará a piano la partitura original de Verdun, visions d’Historie el martes a las 20 horas.


Martes 8
20 hs. Verdun, visions d’Historie
En 1928, Léon Poirier acometió la mayor empresa del período mudo francés: reconstruir para el cine la batalla más larga y una de las más sangrientas de la Primera Guerra Mundial. Restaurada en toda su gloria, se proyectará con su partitura original interpretada al piano por el maestro Hakim Bentchouala-Golobitch.

Miércoles 9
20 hs. Ping Pong
El jugador más joven tiene 80 años; el más viejo, 100. Los dos son campeones mundiales. Y este documental juega, como sabio ping pong, con el pasado y el presente de los deportistas más abollados y entrañables que hayan visto.

Viernes 11
20 hs. Wolf Children
No lloren por el retiro de Miyazaki: here comes Hosoda (el de Summer Wars, Bafici ‘10). En este maravilloso anime prueba su maestría dibujando a una madre coraje que cría sola a los dos hijos que tuvo con un hombre lobo.

Sábado 12
19.30 hs. La tropa de trapo en el país donde siempre brilla el sol  (Hablada en español)
Unos adorables muñecos de trapo (¡animales estampados! ¡Merchandising ya!) resultan ser no sólo una amable y cálida película para los más chiquitos, sino una refulgente idea sobre cómo hablarle a los más niños.
22 hs. The Stone Roses: Made of Stone
El regreso, más de quince años después, de la legendaria banda de Manchester. Como un fan más, el director de This Is England sigue a Ian Brown y los suyos en una noche de euforia rockera, estilo años noventa.

Domingo 13
20 hs. Living Stars
Los directores de El hombre de al lado vuelven al documental y retoman la democratización de la pantalla de Televisión abierta, otra de sus creaciones, en este variopinto desfile de bailarines frente a una cámara que se mantiene inmóvil como si fuera el espejo del baño.


The Congress, de Ari Folman

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El cine moderno nació el día que alguien en algún momento (afirmación voluntariamente vaga) quiso recordar el nombre del actor del Ladrón de bicicletas de De Sica y no pudo. Del star system a la política de los autores cahierista se configuró por lo tanto un pasaje, una transformación del objeto de interés. El actor que en el clasicismo era el centro del hecho cinematográfico pasa en la modernidad a ocupar un lugar periférico: los italianos se dan cuenta que la estrella está desconectada de la experiencia del hombre común y por lo tanto esa incompatibilidad atenta contra el verosímil. En la misma dirección pero en un sentido opuesto Bresson utilizará no-actores como modelos y/o figuras como un modo de reducir el espesor dramático (que todo actor profesional inevitablemente genera); de esta manera aborta la identificación (no para acentuarla como en el neorrealismoy deja que la historia aflore por sí mismaComo sea, esto plantea una nueva episteme en relación a los actores. El actor se transforma entonces en un mero significante vacio: el actor como un instrumento, una pieza de un complejo ajedrez que juega otro, un elemento pasible tanto de ser llenado conceptualmente por el director (John Ford en la metáfora más johnfordiana de la historia dirá que los actores no son más ganado que hay que arriar) como de ser expuesto en su completa nulidadvuelto una mera superficie más del filmHoly Motors puede leerse tangencialmente en este sentido: el actor es un ente sin identidad que pasa esquizofrénicamente de un estado a otro sin discernimiento; el actor no hace obra, no hay conciencia o decisión sobre el objeto, sino entrega total a algo que está más allá de él mismoHollywood, a pesar del cambio de época (la existencia de Nietzsche no invalidó al cristianismo, a pesar de lo mucho que nos gustaría creerlo), intentó siempre reforzar la identificación con la estrella (en detrimento de todas las distintas características que a través del tiempo nos valimos para llamar “arte” a una película) y hacer de ese vínculo estrecho la base misma de su éxito. Cíclicamente algunas películas tematizaron esa relación: qué otro sentido puede tener un film como My Week with Marilyn si no es la de intentar conectar y reafirmar el deseo (pasando del simple e identificatorio al empírico y carnal) del fan con la estrella.

¿Qué tiene para decir The Congress en este contexto? En un futuro los actores están comenzando a ser escaneados digitalmente para luego poder ser incluídos en las películas sin la necesidad de que estos actúen. Esto podría verse como una continuación de lo que hablábamos al principio: el actor cumple un mero rol secundario en la realización de la película y podría hasta llegado el caso ser reemplazado (¿será esta la tesis de Folman? que sus dos películas insistan con la animación es un indicio); pero el film no apunta finalmente hacia esa dirección, sino críticamente hacia el sueño dorado del productor hollywoodense (o hacia la americanización de la cultura tal como lo plantea Zizek, al hablar del helado diet o el café sin cafeína): tener el fulgor de la estrella pero sin la estrella. Al escanearlos los estudios se ahorran los vedetismos, los caprichos, pero también los escrúpulos morales y vagamente estéticos del actor: en el fondo el productor y director quieren que el actor haga lo que nosotros queremos que haga, queremos verlos humillados, en bolas, tirando patadas ninja, andando en moto, salvando el mundo, en comedias románticas pelotudas, etcDisponer, en definitiva, virtualmente de sus cuerpos y llevar el pacto identificatorio aristotélico hasta el límite. En la segunda parte del film ese sueño inicial se vuelve distopía: el cine ya no nos bastasigue existiendo a pesar de toda manipulación digital, una disyunción material entre la estrella y nosotros que no nos colmanecesitamos vivirla, ser la estrella: un dispositivo químico nos permitirá adoptar entonces el avatar de nuestros deseos. Folman deja ver que hay una consubstanciación entre un modelo de cine (y de su respectiva relación con los actores) y un correspondiente estado del mundo. El cine espectáculo diluyéndose en todos los ámbitos de la vida. El cine vuelto evasión total, negación de lo real.

Bruno Grossi









How to dissappear completely, de Raya Martin

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Apitchapong meets Richard James. Para algunos esto dice nada; para otros todo. Pequeño ensayo de género; película para jóvenes fumetas. Película con alto riesgo de ser inflada (la exageración del catálogo es terrible); pero eso ya no es su problema. El cuento folklórico según un acid trip; el lado oscuro del costumbrismo. Lo que se ve y lo que se escucha van de la mano de una manera evidente pero difícil de explicar y quién lo haga merece una beca. Cuando escuché Aphex Twin la primera vez me sorprendí entre tantas cosas por la densidad del registro, por la presencia de distintas capas sonoras que le daban una materialidad extraña. Esta película con una banda de sonido de esa clase, o esta música de Eyedress con esa película como su despliegue. Como si lo que alguna vez intuíamos al escuchar ciertos viajes electrónicos se materializara en una historia. O en los retazos de una. El nombre de una canción de Radiohead también. Las similitudes con el director thai son abrumadoras. Seguramente sin la densidad filosófica de aquel. Perdón. Al menos por ahora; al menos aquí. Richard James, o Boards of Canada; tal vez Broadcast. Autechre sería demasiado oscuro quizás. Warp en definitiva. Lo que nos lleva a la siguiente película. Dj malhumor.

sábado, abril 5

Stray Dogs (Tsai Ming Liang)

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Cada dos años miro una película de Tsai Ming Liang y durante los primeros minutos pienso “¿qué mierda era lo que me gustaba de esto?”. Pero siempre es igual, de a poco me voy dando cuenta que la idea motora (que en este caso se puede resumir sencilla y vagamente como la deshumanización -y sus resistencias y abandonos- que genera la vida en los márgenes económicos y edilicios del sistema) deviene en una poesía a veces sutil, a veces al borde del derrape pero que siempre encuentra formas de expresarse que son muy propias y libres aunque no caprichosas. A diferencia de otros directores, que parten de una idea central para desplegar una formalidad casi mecánica, correcta pero sin alma (algo que, por ejemplo, observé recientemente en La tercera orilla de Celina Murga, que está muy buena en líneas generales, pero que abusa de los planos divididos y del fuera de campo para darle forma a la ausencia y a la separación entre dos mundos. Algo que está bien, es coherente, pero que es casi como completar un trabajo práctico, muy previsible y criticpleaser), Tsai se vale de esa idea como una especie de magma (#perdoncastoriadis) del cual emergen imágenes coherentes pero vivas, rebeldes y que son de Tsai y que no podrían ser de nadie más.

 Uno de mis momentos favoritos de Stray Dogs es la doble escena en la que el personaje de Lee Kang Sheng y sus hijos cumplen el rito de higienizarse y cambiarse antes de acostarse. Descontextualizadas, no significan demasiado, pero en el trayecto de la película, esa combinación de movimientos medio automáticos, de indicaciones torpes y de nula demostración afectiva en un espacio ajeno y escamoteado como es el de un baño público exuda un humanismo-perruno que (me) conmueve. 
Y eso es, en parte, lo que trae Tsai, imágenes que no surgen meramente de desplegar una idea, sino de crear a partir de los pliegues de esa idea, buscando siempre una belleza que interpele, que sea nueva y que no abandone el amor pero que tampoco sea condescendiente.

Como en toda película de TML, hay además una narración, en este caso una disputa por la tenencia de los hijos entre una madre que todavía se aferra a la humanidad (al pensamiento, al diálogo, al arte, etc.) y un padre que trabaja como cartel y parece estar perdiendo esa batalla. Pero más allá de esto, lo que nunca se pierde aún en ese contraste y en esos espacios chotos e inhumanos (y como siempre húmedos) es la preocupación por la supervivencia de lo humano, así sea en forma de perro.

No sé si con esto contesto, al menos en parte, mi propia pregunta sobre qué mierda me gusta de todo esto. Creo que un poco.



20.000 Days on Earth, de Iain Forsyth y Jane Pollard I

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Encontrar ese punto de quiebre en el que lo real se vuelve mito, o en el que la vida real se canibaliza en una canción, como diría Cave, no es tarea simple. Y no es tarea simple lisa y llanamente porque ese punto de quiebre claramente no existe. Hay estados en los que predomina el mito y otros en los que predomina lo real, pero mucho más que eso no podemos determinar. De esta imposibilidad parte "la de Nick Cave" para articular un retrato sobre la figura "Nick Cave" que es al mismo tiempo una pregunta sobre dónde comienza y termina el arte.

Lo realmente destacable de la película es que para ¿responder? esa pregunta no sólo adopta la forma de la docuficción, que de por sí ya no dice nada, sino que la adopta de una manera muy particular. 20,000 days... no se centra ni en el Nick Cave persona ni en el Nick Cave artista y tampoco alterna entre ambos, sino que se adentra de lleno en ese nubarrón de identidades, en ese quilombo de discursos en el que se convierte cualquier persona, y mucho más una figura pública (digamos, ni Cave debe saber bien quién es fuera del personaje que creó -algo que habla bien de él-), y lo hace a partir de formas muy pertinentes y divertidas como esa especie de terapia psiconalítica televisada y las reuniones de Cave con una especie de equipo arqueológico sobre su vida. Creo que es en parte por esa honestidad en el abordaje que la película es capaz de conmover (no en el sentido de emocionar, si no en uno un poco menos tramposo) hasta al fan de Cave más dark y amargo.

Hay que decir también que el protagonista, de quien nunca fui fanático y por quien nunca sentí una admiración más allá de favear algunos temas en grooveshark*, es ante todo un gran paciente de psicoanálisis y tiene una notable capacidad para reflexionar sobre su vida y sobre su obra, y más profundamente sobre la capacidad transformadora del arte, capacidad que puede canibalizar la mundanidad y devolverla como el drama oscuro y seductor que tanto le gusta. 

Sí, es todo un poco autocelebratorio como acusó Quintín, (desde el momento que alguien decide escribir sobre su vida esa obra se convierte en autocelebratoria), pero ojo, bastante poco. De hecho me sorprendió ver a un Cave relativizando sus momentos oscuros y recordando con ternura sus momentos gratos, en especial los de la infancia.

No sé si todavía se puede ver en cine, pero si no les queda otra su acceso vía internet es muy sencillo.

*Mentira, hasta el 2001/2002 era muy fanático pero me gustó como quedó lo del grooveshark.


The Michaela Grill Experience - BAFICI 16º

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Dijo alguna vez André S. Labarthé: “El cine experimental estaba mal visto”,  haciendo referencia a la Cahiers du cinema y la época en la que él se desempeñaba como crítico de la revista. Hoy, ese tipo de obras, ni siquiera son mal vistas, son  invisibles. O mejor dicho, invisibles para un público más amplio, que vaya más allá del gueto y los especialistas o conocedores. La visita de Michaela Grill al BAFICI, y la posibilidad de ver sus particulares obras en una sala cinematográfica, dentro de un shopping y con la calidad técnica de dichas salas, más que un lujo, es un milagro. Ayer por la noche Grill presentó la primera función de sus cortometrajes y dialogó con el público al final de la función. Quienes asistieron a la proyección, tanto los que sabían a lo que se iban a enfrentar, como los que fueron tomados desprevenidos, presenciaron algo único. Tratar de explicar aquí qué es el cine experimental es, obviamente, una tarea imposible. Su historia corre paralela a la del cine oficial, con sus nombres y sus obras propias; títulos que cada tanto suelen aparecer en esas listas de las mejores películas, para casi siempre provocar incomodidad y cierta mirada de soslayo. Mientras el cine comercial consiste en una serie acontecimientos, lineales o no, con justificaciones psicológicas o de lógica narrativa; el cine experimental hace un esfuerzo por ir más allá de las formas y las estructuras conocidas, y así devolverle todo la potencia a las imágenes y los sonidos. Tan simple como eso.
Michaela Grill también es parte del jurado de la sección Vanguardia y Género. En un breve diálogo que tuvimos antes de la función, Michaela nos prometió luchar y pelearse, – de ser necesario- con tal de entregarle el premio a una película que realmente lo merezca, y no a la que logre consenso. Basta ver su obra para darnos cuenta de que esas palabras van a ser cumplidas. Tiene a su lado, como aliado y par, a uno de los héroes locales del cine experimental, el Sr. Claudio Caldini.

El BAFICI ofrece una oferta inabarcable -es cierto- y a veces, ante tantas posibilidades, uno deja pasar lo verdaderamente arriesgado y desconocido. Hay que tener cuidado y estar atentos, porque mientras discutimos sobre el vestuario de Nick Cave, corremos el peligro de perdernos la obra de esta realizadora austríaca. Sería una lástima dejar pasar esta oportunidad irrepetible.


En la Guía Encerrados Afuera para pasarla bomba en el BAFICI 16º (manos anónimas, ávidas de polémica)  escribieron lo siguiente sobre el foco dedicado a Michaela Grill:

Ahora que el festival se volvió popular (de aquel institucional del gato con pipa, hasta el actual, inflamado de espíritu tribunero, camisetas y banderas incluidas) y se vanagloria de exhibir Calles de fuego, se agradece el pequeño foco dedicado al cine experimental de Michaela Grill. Grill, a pesar de que esto suene a lugar común, ocupa un lugar en la historia del cine avant-garde austríaco. En el impresionante libro (no sólo por su tamaño y presentación, sino también por su exhaustivo contenido) Film Unframed – A History of Austrian Avant-Garde Cinema, Steve Bates describe su obra de la siguiente manera:

El trabajo de Grill no evoca la nostalgia de un pasado, ni se basa en los restos arquitectónicos de la industria, el archivo fílmico, o los hermosos, históricos  y perdidos paisajes urbanos de Viena. Su proyecto es una meditación sobre la simultaneidad del  pasado y el  presente, la co-existencia del sonido y la imagen, película y vídeo, negro, gris y blanco, la vida y la muerte: un  vibrante y palpitante ahora.

Los que tuvieron la oportunidad de ver hace unos años FORÊT D’EXPÉRIMENTATION (así, en mayúsculas) en el festival de Mar del Plata (en donde fue presentada por su directora), sabrán de qué estamos hablando. Después de todo, incluso los más acérrimos elitistas necesitamos reconocernos entre nosotros y decirle al resto: “si no es para vos, no es para vos”.

Marcelo Alderete

Próximas funciones:

Cortos Michaela Grill 1:
Lunes 7, 17:10 - Village Recoleta 10
Martes 8, 14:15 - San Martín 1

Cortos Michaela Grill 2:
Sábado 5, 20:40 - Village Recoleta 2
Miércoles 9, 14:35 - Village Recoleta 2
Sábado 12, 14:05 - Village Recoleta 2


The Punk Singer + Mistaken for Strangers: De comparaciones odiosas y trompadas

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The Punk Singer. A film about Kathleen Hanna, de Sini Anderson + Mistaken for Strangers, de Tom Berninger.
Hay algo que anda mal sí ves un documental sobre una cantante punk feminista comprometida políticamente y tenés la sensación constante de estar viendo Pop Idol. Hacía tiempo que no escuchaba tanto la palabra revolución y genio sin nada que la sostenga salvo la opinión de unas chicas que parecían hablar de la chica más popular de la clase y no de una artista. Algo anda mal si gente que sabés inteligente y especial aparece dando opiniones banales y reiterativas. Lo que sabemos desde la escena uno es que la piba quiere hacer ruido y hacerse escuchar. Después había que buscarle un contenido. Como se dice en un momento; queríamos hacer canciones de contenido político que se pudieran bailar. Como los universitarios de todo el mundo llenan de contenidos sus papers para aprobar materias. Queríamos demostrar que chicas de acento concheto podíamos ser profundas. Una verdadera inspiración para algunas modelos/presentadoras/poetas que trabajan en la tele. En un acto de justicia poética la novia de Kurt Cobain (que no me caía bien hasta ahora) un día vino y le metió una trompada de una. ¨Te re juro que yo no hice nada¨ se defendió la damnificada. Comprendemos todo lo que anda mal en ese documental clisé sobre una artista supuestamente anti clisé al ver la desopilante Mistaken for Strangers. Documental on tour sobre un hermano vuelto rock star hecho por el hermano perdedor y borrachín. Nos reímos; no sabemos sí va en broma o en serio; no sabemos en verdad bien incluso quién filma; nos sentimos incómodos un poco. Todo está ligeramente desplazado. Sienta a los miembros de la banda (ah, la banda es The National) y les pregunta; ¿dónde dejás la billetera mientras tocás? ¿qué opinás de mi hermano? A su madre; ¿Ma, en qué éramos distintos? ¿Por qué el tuvo éxito y yo no? El padre contestando en un sótano en Cincinnati mientras acomoda las herramientas de su taller vale por un ensayo sociológico. Tremenda.
Dj malhumor.

viernes, abril 4

Bloody Manchester

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Hacia tiempo que no veía tanta alegría. Hang the dj/hang the dj/ hang the dj/ hang the dj/ hang the dj... Muchas pero muchas veces…. Una alegría que se veía y tocaba. ¨Les pido perdón, pero sacamos un disco nuevo y queremos practicar las nuevas canciones¨. Y volaron unas cuantas pelucas. Una banda como una roca y unas canciones eternas. No digo que no daba desconfianza. O cierta pena. Los queríamos juntos. Pero empezó a tocar como para recordarnos que él era el sonido de una banda que inventó un montón de cosas. El era el sonido detrás de esas canciones que bailamos, que gritamos. Tantas veces a solas. Sí Morrissey es la melancolía ayer descubrimos la furia. Una furia manipulada, llevada a dónde se le antojaba. Y la felicidad catártica de esa música que nos gusta tanto pero tanto. No ví a los Clash, no ví a The Jam; no ví a los Smiths. Vi a Johnny Fuckin Marr. Dj Malhumor



miércoles, abril 2

Guía Encerrados Afuera Para Pasarla Bomba en el 16º Bafici

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Es probable que no todo el mundo recuerde esta 16º edición del BAFICI como El Año En Que Vino Frank Henenlotter, que debería ser uno de los mojones en la historia –no sólo la reciente- del festival porteño. Después de todo, en el estado actual de las cosas, esos son los detalles que hacen la diferencia, que marcan ediciones, que marcan espectadores. Lo demás, por supuesto, son películas y más películas. Cientos de títulos que hacen del evento anual una oportunidad para descubrir, revisitar, confirmar, enojarse, festejar, etceterear y etceterear. Este año, fogoneando desde el eclecticismo, el Festival profundizó levemente esa búsqueda por integrar a su grilla películas de género, reforzando un poco la timidez del año pasado. Y puso en el tapete, de manera pública –como sucedió en el lanzamiento de esta edición- la necesidad de pensar en el presupuesto; esos desagradables y esenciales números que marcan diferencia a la hora de convocar invitados y títulos de mayor fuerza en el panorama global, con distribuidoras y agentes de venta en el medio. No sólo la economía atenta contra el día a día, sino también contra los festivales de cine. Más aún cuando la depreciación presupuestaria es un tema (en apariencia) tabú, con el pausado sueño del Bafici propio -ese que partió de un proyecto que bregaba por una saludable autonomía- en un limbo del cual quizás algún día regrese. Lo que queda, una vez más, son las películas, parte esencial de un festival. Y, ante la abrumante cantidad, qué mejor que una Guía para evitar clavarse. Por eso, una vez más, la Guía Encerrados Afuera Para Pasarla Bomba en el Bafici™ (o GEAPPBB: “G-a-pepé, bebé”). Pasen y lean…