jueves, marzo 17

Los cien barrios porteños.

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Pasaron bastantes cosas estas semanas. Anduve de aquí para allá; dormí en distintas casas; desperté en diferentes habitaciones; tuve con Carolina conversaciones y circunstancias insospechadas. Deborah y Ángel se fueron de vacaciones a La Paloma y me dejaron su casa en Parque Chas. Una hermosa casa en el barrio de las calles circulares. Toda la construcción en L da a un patio muy verde. Las enredaderas trepan las paredes altas como de tres pisos. En el centro hay plantado un limonero, un ciruelo y una dama de noche. El mejor momento del día es la noche; abro las ventanas para que corra una brisa, me siento en el living y desde allí disfruto el patio iluminado como si fuera un set; como en las tapas de los discos de Echo & the bunnymen; en especial Cocodriles donde predominaban los colores sepia y anaranjado. Me tomo una copa de vino y miro Weeds o la última temporada de Mad Men o leo alguno de los libros de la biblioteca. El perfume de la dama de noche lo inunda todo; es embriagante; como el tilo de Leloir. Empecé y dejé dos libros – de los últimos – de Paul Auster. Uno lo dejé después de 30 páginas; otro ni pude empezarlo. Está relatado por un perro. ¿Qué le pasó a Paul?
Desde la casa salgo para lados por caminos que nunca recorrí. O que recorrí hace tanto tiempo que ya olvidé. Apelo a otra memoria; la memoria de los músculos. Me pasó una vez en Madrid que fue el primer lugar de Europa que pisé como la mayoría de nosotros. Estuve alojado en una pensión por varios días. Caminé y caminé por las avenidas y calles y sin embargo cuando volví años después no podía recordar dónde había estado. Es verdad que Madrid y España eran distintas. España había dejado de ser un país latino para ser un miembro de la comunidad europea; ahora hace el camino de vuelta. Esa primera vez en una parada de colectivo charlando con un andaluz me decía, ¨ustedes argentinos están mucho más cerca de España que cualquier holandés o alemán o el que sea¨. Ya no más. La cosa es que no fue hasta que volví a caminar por la Gran Vía haciendo por casualidad exactamente el mismo recorrido de aquella vez que no recordé donde estaba aquella pensión. La memoria de los pies. Parece magia.

dj malhumor

miércoles, marzo 9

Fin de semana en las Sierras

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Mi prima dijo que ya había hablado con sus amigas y la familia del novio para que se cuiden la cartera. Dijo también que mi primo de antes ya no estaba más; que este era uno nuevo y que podía robarse cosas para comprarse algunas drogas. Mi primo me dijo después que su hermana se había convertido en una perra y que ella no necesitaba robarles a los parientes para drogas porque trabajaba en una farmacia. Está gordo como una estrella de rock en malos años, pero es el mismo de siempre; el mismo espanta suegras y asusta viejas; si tuviera dinero sería un excéntrico, como se lo gastó todo es un problema. Hicimos una caminata el día siguiente por los caminos de tierra entre las estancias y los campos de soja; en el fondo las sierras y el cielo color magenta; el paisaje se había vuelto dramático por una tormenta que avanzaba. Se veía dos líneas de montañas; las sierras chicas primeras, las sierras grandes en el background; como estábamos en una lomada el terreno se ondulaba hacia abajo y las sierras se veían muy altas. En el atardecer los rayos se filtraron entre las nubes oscuras y dieron un efecto ¨dios baja a traernos la paz¨. No en esta familia. Yo no duré mucho y a las dos de la mañana estaba tirado bajo un árbol; mi padre caminaba por la oscuridad para no caerse al piso; todo el mundo bailaba a lo lejos; mi primo deambulaba y hablaba con todo el que se le cruzaba. Mi prima quería para su hija el mejor casamiento de todos; la novia una familia mejor. Una estancia con iglesia privada y todos los chiches; violines; sushi y pétalos de rosas. Pero a 1 km en ese pueblo de diez mil habitantes solamente se casaba uno con todavía más banca; el novio llegó en helicóptero y hubo fuegos artificiales que vimos en esta otra fiesta. ¿Irónico, no? Igual estuvo bien; comí todo lo que pude, tomé todo lo que me dio el hígado y después me desplomé. De vuelta al pueblo cruzamos un puente de piedra sobre el río; chillaban los pájaros nocturnos; la oscuridad era total y solo se veía lo que iluminaban los faros. Antes de dormirme me vi el final de la última temporada de Weeds; terrible. Me desperté todavía con la fresca y para mostrar que yo en cambio estoy sanito me fui corriendo a la casa en las sierras; siete kilómetros, cuarenta minutos; todavía tengo mucho por mejorar. Todos dormían menos el chongo de mi prima que ya había prendido el fuego. Se parece a Sandro. El disco de fin de semana fue Hola Señor Viento de Page France, mi antídoto personal. Cuando volví a mi casa un patovica no me dejaba pasar;la puerta de entrada daba al vip de los festejos de carnaval. Tocan los mismos que sonaban cuando yo iba a la secundaria; lo que fue muuuy pero muuy atrás. El patovica con una remera que decía algo de festejar y no se que mierda me quiso trompear. Mientras me dormía escuché a Los Pericos tocando el himno. Debe ser todavía el efecto de las drogas; no puede ser verdad.

Dj malhumor.