Petrocelli y Baretta.

Entonces un amigo, y más que un amigo una especie de papá noel o rey mago o hada madrina (algo entrada en kilos digamos) al pasar por su casa, una especie de museo pop, me dijo, no podés irte sin estas películas. Entonces el viajero sumó a su equipaje dos dvd para momentos de reposo en casas de otros amigos. En su mochila ahora llevaba algo más importante que el papel higénico (bueno, el papel higénico iba a ser muy importante en Marruecos por ejemplo) o la crema de afeitar. Me llevaba dos películas de los setenta de las que nunca había oído (puedo ser un poco sordo, lo se); Electric glide in blue y Vanishing point. Ahora se que son dos clásicos de culto, y también se por qué. Una protagonizada por un policia de destino trágico y pequeño, el actor de Baretta, de historia trágica el mismo; la otra por un ex corredor de autos, ex policia, un run away, el auténtico Petrocelli (preguntale a tu mamá por esta serie), aquí bajo máscara polaca, Kowalski es su nombre. Su misión es manejar 2500 km sin parar hasta San Francisco. Sin parar nunca. Un dj negro y ciego lo dirije y proteje, a él, el última alma libre. La otra pelí es más ambigua en su ideología, bastante ambigua. El policia que quiere ser bueno ensaya puntería con un cartel de Dennis Hopper y Peter Fonda en la famosísima foto de las motos en Easy Rider. El mismo es la contracara de esas figuras. Persigue a un hippie dealer, encarnado por Peter Cetera!!! Cantante de los Chicago. De hecho el director, director de esta sola obra, era el productor de Chicago (para los más pequeños aviso que Chicago antes que un musical es una banda que antes de ser una grasada era algo). Kowalski apretando el acelerador en paisajes que podrían ser nuestra patagonia o la puna. Y un dj que le habla a él, como lo hacía Tom Waits en Mistery Train. Imperdible. Todos tenemos nuestros ángeles de la guarda que nos proveen de películas y nos hacen la vida más rica y entretenida.

DJ malhumor.