lunes, septiembre 21

Sammy & Rosie van a la cama.

Entonces apareció un león. Nos estábamos durmiendo, un poco fumados, un poco cansados, algo extasiados también. El tipo ilumina con la linterna y se dirige hacia donde vienen los lamentos; parecen los lamentos de un gigante, Polifemo después de haber perdido el ojo, desventajas de tener uno solo, desventajas de ser un cíclope. Un león de mirada perdida, en un galpón en un campo perdido en el centro de la provincia. Resulto ser el león de nuestra infancia. Piglia tuvo a su ajedrecista polaco en un pueblo de Entre Ríos. Llinás su león. Nosotros también. Hacía tiempo que estaba esperando esta película, y en más de un sentido. Fui al Malba desprevenido para ver Historias Extraordinarias y no conseguí entradas, después los domingos se me escurrieron entre las manos hasta que la película apareció en mi computadora. El león cansado, que son los leones famélicos de los circos, que son los leones de Cuttini, que son el tigre de Borges. Esperaba esta película porque necesitaba que alguien haga algo maravilloso con los retazos de nuestra memoria. Cuando era chico me daba miedo que el auto se quedara en la ruta y que tuviéramos que quedarnos en algún pueblo de esos que parecían derretirse bajo el sol de enero. Si el auto se quedaba, lo que era muy probable, no saldríamos jamás. Necesitaba que alguien hiciera algo extraordinario con las canciones de Reo Speedwagon, con las radios de pueblo, con Roberto Carlos, con las arquitecturas aberrantes, con las plazas como laberintos mal diseñados, con las chatas que se caen a pedazos, con los hoteles de paso, con los mobiliarios de cuarta y sexta. Hace tiempo esperaba una película así, un libro así. Se podrían decir tantas cosas; se podría callar tanto también para dejarnos habitar por las imágenes y esa voz que relata una historia que podría ser nuestra. Claro, no es nuestra, estamos tan lejos, y sin embargo con los retazos de la memoria podemos hacer lo que queramos (si tenemos la imaginación y la paciencia). Tan lejos tan cerca. Nos dormimos y a la mañana la melena estaba ahí, flotando como la sonrisa del gato y la noche siguiente cuando continúanos, y la otra, y la otra. Es una película mucho más larga que cuatro horas; dura días, semanas; se hace parte tuya, y como bendecido por una maldición árabe, que se cumplan todos tus deseos, empezás a vivir en ella.

Dj malhumor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

de esta película da para escribir y hablar por horas. lo que está claro es que es una de las mejores del añ0, de la década, del siglo, lo que prefieran. no? buen trabajo, llinás.

heroina dijo...

Vieron? Hace un par de semanas pasaron INLAND EMPIRE de Lynch, sin cortes por canal 7. La tele a veces te sorprende (!)