martes, agosto 13

Cast of half forgotten

En Cebollati me comí un chivito buenazo como me dijo la chica. En la heladería, chiviteria y casa de artículos del hogar enfrente de la plaza. Vi el atardecer en la ruta, se hizo de noche y entré al pueblo alumbrado por la linterna frontal. Como cosa de mandinga pinché tres veces en dos días así que el último tramo se me hizo duro. Pero el chivito me revivió. Y el Wifi, y la canción de Bart & Friends en loop con ese corito que me puede. El pop es una serie de mantras que por alguna razón extraña nos hablan de manera enigmática; I could explain but it might take some time. La canción tiene un título bárbaro che; Cast of Half Forgotten. Una versión; ¨Elenco de actores olvidados¨. Estuve ahí un rato largo reponiéndome y hablando con la chica por el skype hasta que decidí salir al frío. Bajé 7 kilómetros hasta el río con las manos heladas, la oscuridad absoluta y el cielo estrellado. A mis espaldas la luna creciente baja en el horizonte; terrible. Lost Highway state of mind. Cuando por fin llegué a la orilla se veían las luces de Charqueada, el otro pueblo; había movimiento en la otra orilla. Yo miraba como un espectador; escuchaba voces lejanas que no entendía. De este lado el silencio absoluto. Me di el gusto de dormir bajo una garita. Es sábado por la noche. Primero, como para recordar que estaba en Uruguay todavía, se escuchaba Zitarrosa. Después cerca de la media noche un house denso que jamás imaginé entre los arrozales, el monte y las aguadas. En algún momento me dormí. Y en otro desperté y cuando saqué la cabeza de la bolsa de dormir vi a la balsa y un tipo que me saludaba y una moto que salía. Era temprano y una bandada de bandurrías pasaba en perfecta formación rumbo a algún lado. Las bandurrias con sus picos largos con una especie de gancho me recuerdan a esos dinosaurios que vuelan. Del otro lado me esperaba Da Silva. Por esta zona uruguayos y brasileños andan entreverados. El balsero me indicó cual era la casa de Da Silva y me dijo que me podía ayudar. Me aviso eso sí que tenía el taller medio desarmado porque se había mudado y separado de la mujer. Tantos kilómetros realizados, tantas invitaciones declinadas para una mañana fría de domingo encontrarme con Da Silva. Salió, por supuesto, con el termo bajo el brazo y me recibió como si fuera un amigo que estaba esperando. Cuanta bondad en ese hombre. Da miedo hablar y decir algo inconveniente. Eso sí, mate no convidó porque el uruguayo toma solo. Me contó que era ciclista él mismo, que había corrido varias Vueltas al Uruguay, que por temporada en sus días hacía unos 15000 kilómetros y que ahora empezó con la Mountain Bike como todo el mundo. Me explicó que el paso por la arrocera 33 estaba cortado por la crecida del río y me hizo pasar a su casa que parecía un campamento. Como Andreas en Frankfurt el ciclismo era su vida, la casa era un campamento nómade con partes de bicicletas por todos lados, una sección de los trofeos como un altar y las dos bicis nuevas y flamantes que relucían en la oscuridad. Había también un sillón y una tele. Somos un poco como los marineros que se encuentran en los puertos. Más o menos. Un poco. Me fui contento, algo extrañado y con la bici como nueva. Fue un día largo. Pasé por un pueblo como los de antes con un nombre oficial y uno mucho mejor, ¨Dragón¨ que es el nombre de la estación. Mucho paisanaje y caballos atados en el almacén como si fueran motos. Antes en la ruta anduve un rato largo con un gavilán planeador que iba cazando por la banquina. Una y otra vez me pasaba sobre la cabeza. Dos cabalgan juntos. Maravilloso. Es un bicho hermoso vea. Silvana me dijo que era yo en otra vida. Antes de llegar a Cebollati me metí por caminos que no aparecen en el mapa. Un paisano a caballo y acompañado por nueve perros me preguntó sí me habían echado de la casa que llevaba todo encima. Por esos caminos entre palmares y bañados vi pájaros de toda clase. Por la tarde el sol por fin dejó las nubes y volvió los campos amarillos.
Llegué de noche a la frontera y dormí en un telo. Mañana, ya en Brasil, salgo rumbo a un pueblo llamado Quilombo. Dj Malhumor

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