miércoles, abril 19

Tenis

Windows on Monday, Ulrich Köhler
Esta es una película en general lenta (puede leerse sencillamente aburrida) con un momento de extrema felicidad. Tal vez esta felicidad no es ajena a la media hora de impaciencia que debemos atravesar primero, pero nunca podremos saberlo. Una joven pareja arregla su casa. Momento naturalista de diálogos de ocasión y en el que asistimos a diversas técnicas de la reparación de interiores (ya en La perrera habíamos aprendido a construir una casa). La chica se entera de que está embarazada por segunda vez (tienen una hija de 3 o 4 años), se raya, abandona el hogar y se le aparece al hermano en la casa de campo familiar. Sale a caminar por el bosque (es otoño) y llega a un semivacío hotel de montaña (atmósfera Bioy Casares). Allí aparece lo maravilloso. Unos millonarios asisten a una especie de show-convención donde hay un partido de tenis de exhibición. La piba se va metiendo por los pasillos y aparece sin querer por un vestuario donde un tenista aguarda que canten su nombre para salir a la escena. Bingo. Es ¡Illie Nastase!!!! La chica se queda en el hotel, roba comida, etc, etc. Un momento maravilloso. Aunque mucho más feliz me recordaba a El Empleo del Tiempo cuando el tipo aplastado por las circunstancias se pierde en un campo nevado. Aparición súbita de la metafísica. Bueno, el momento pasa, la chica vuelve a la cabaña familiar y todo retoma su curso. Otra vez la monotonía de los días, tanto del personaje como de los espectadores (que incluye la visión de esta película bastante aburrida).
¡Segunda aparición de Nastase en un par de semanas!! En la comedia tristona de nuestro favorito Noah Baumbach que está en cartel aún (The Squid and the Whale, en argentino algo como Historias de familia) todos juegan al tenis, el padre, un intelectual ama a Nastase, el pibe, un guarro, prefiere a Vitas Gerulaitis. En fin, cosas del Zeitgeist.

Miss Mundo.

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