El libro y la película tienen el mismo tema, la obsesión. Del libro voy a decir solamente que es fascinante, que da culpa leer morbosidades aunque estén escritas con el tono neutro de la ciencia, que se lee de un saque y que moviliza (perdón la cursilería). La película es una joyita para cualquier melómano, para cualquiera interesado en la soledad de las personas también.Es simpática la mayoría del tiempo, agridulce, tristona; gris en el final. Es verdadera. Un melómano, cámara en mano sale a entrevistar otros coleccionistas. Aunque alguno quiere hablar de música, la mayoría habla de sus colecciones, al director le interesa hurgar la mugre, su propia mugre. Hay para todos los gustos, hay hasta incluso chicas saludables. La mayoría, como podría esperarse son fenómenos. Hay un viejo desesperado, muerto en vida porque su ex mujer se quedó con todo ¿Se pueden imaginar? Otro, con aires de ganador, dice que su colección abarca cualquier canción pop jamás publicada en el mundo entero. No, no es un ganador. Las entrevistas están hechas con una pericia notables, hay momentos de auto retratos o auto indagaciones sumamente lúcidos. Un Tarnation sin el glamour; High Fidelity real life. La fantasía, el problema de la fantasía desatada, en los asesinos y en los coleccionistas de discos.En una escena que ya voto para lo mejor del año el melómano que es director invita distintas personas a su casa, lo puede hacer porque está haciendo una película, entre esas personas una chica de linda sonrisa, algo gordita también; luego de hacerle unas preguntas, le dice, de una manera algo dj malhumor
Update: Vynil se consigue en este interesante blog.
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