domingo, abril 22

Aunque gane, aunque pierda... - Los premios del BAFICI

Y llegaron los premios y, casi, el final de una nueva edición del BAFICI. Ayer, poco después de las 12:30, con la presencia de algunos jurados de las diferentes secciones, un político y Sergio Wolf, se anunció el Palmarés Baficiano. El evento fue rápido, limpio y emotivo. En pocos minutos ya estaba todo liquidado. Así da gusto.

Obviamente, a partir de conocerse los ganadores, comenzaron las polémicas. Que tampoco son tantas, o al menos, tan relevantes. O ya serán olvidadas para el lunes, como suele pasar.

La gran ganadora sin dudas, fue la israelí Policeman, de Nadav Lapid, calificada por algún crítico local como “horrorosa”. Este film venía de ganar en el festival de Locarno el premio especial del jurado y, aquí comienza el auto bombo, en la Guía Encerrados afuera para pasarla bomba en el BAFICI, escribimos lo siguiente:

“Dividida en dos partes o en dos bandos. Policías de élite y terroristas parecen convivir en películas diferentes, a pesar de que una refleja a la otra. Un film israelí político y polémico, algo casi inevitable.”

Lo dicho, una película polémica. Y, al contrario de lo que indica el cliché del cine independiente, una película política y llena de garra, al igual que sus protagonistas. Lo mejor que tiene para ofrecer el cine hoy en día: películas que desde la forma de su narrativa cuestionan el cine del presente, sin desconocer su pasado, ni dejar de dar cuenta de cierto estado del mundo.

Siguiendo el orden de importancia, llegamos al Premio del jurado, que fue para Germania, de Maximiliano Schonfeld. Sobre las películas argentinas no nos extenderemos mucho. Seguramente en una próxima entrega ampliaremos. O no. Todo es posible.

Lo mismo pasa con los actores, por acá no entendemos mucho de esta particular raza, así que les creemos a los que nos dicen que los mejores actores fueron Martín Piroyansky por La araña vampiro de Gabriel Medina y la niña Zoé Heran por Tomboy. Nos quedamos, eso si, con la ganas de que la pequeña protagonista de Nana se lleve algo más a su cabaña que un conejo muerto.

El premio a la mejor película argentina en la competencia internacional (un premio que suena demasiado nacionalista) fue para: La araña vampiro, de Gabriel Medina. La cual competía con la ya nombrada Germania y con Los salvajes, de Alejandro Fadel. Algo extraño ocurrió con las películas argentinas de esta sección. Justamente el título del que más se hablaba antes del festival (inclusive por el festival mismo, basta leer el texto del catalogo), termino siendo el que se fue con las manos, casi, vacías. Hablamos, claro, de Los salvajes. A la cual, sin embargo, le espera una próxima parada en uno de los festivales más importantes del mundo. O eso dicen. Germania, por otro lado, era un enigma del cual nadie, excepto los programadores, sabía mucho y terminó resultando una de las ganadoras. Una vez más: Don’t believe the hype.

La emoción llego con el premio a mejor película en la Competencia argentina. El momento en el que fue anunciada Papirosen de Gastón Solnicki, fue sin dudas, el más aplaudido de la velada. Cuentan los rumores que un corte anterior de este documental fue rechazado por el BAFICI. Y ahora, un año después, previo paso por el festival de Locarno, termina resultando la ganadora indiscutible. Solnicki es un director nacido y criado en el BAFICI y un verdadero representante de las creencias cinematográficas del festival. El resto de los premios fue para Luis Ortega como director por Dromómanos. Quizás el premio más extraño y discutible. Y una mención para La chica del sur, de José Luís García. Documental del que hablaba (y gustaba a) todo el mundo, pero el jurado prefirió dejar a un costado. Horas más tarde, sabríamos que, junto a Tomboy, fue ganadora del premio del público. Esperemos que ese, el público, sea el destino de esta película.

La premiación para la sección Cine del futuro, tampoco dejo espacio para ningún reparo. Tanto Ok, Enough, Goodbye, de Rania Attieh y Daniel García, con una mención, como la ganadora É na Terra não é na Lua, de Gonçalo Tocha, son dos películas particulares y personales. Ahora, si se trata del futuro del cine, eso no lo sabemos. Sobre todo frente al clasicismo de la película de la dupla Attieh / García, un guión que tranquilamente podría adquirir Adam Sandler para realizar su remake (norte) americana. Sobre estas películas escribimos en su momento lo siguiente:

Solamente acompañado por un sonidista, Gonçalo Tocha se interna en la vida de una pequeña isla portuguesa durante varios años, para contarnos en forma de diario personal, las historias de sus habitantes. Una de las más grandes películas de esta edición del BAFICI y no solo por su duración de casi más de tres horas. El cine portugués sigue maravillando.”

“La trama de esta película nos podría hacer pensar en el cine de los hnos. Duplass. Un cuarentón es abandonado por su madre, con quien vive, y a partir de esto su vida se transforma en un desfile de particulares personajes. Sin embargo, hay algo diferente en esta historia a tantas otras películas similares. Quizás tenga que ver con la ciudad en donde esta ficción se desarrolla: Trípoli. O al no menos particular mix de sus directores: la libanesa Rania Attieh y el norteamericano Daniel García.”

Entre los premios no oficiales, las grandes ganadoras fueron Tomboy, de Céline Sciamma y Villegas, de Gonzalo Tobal. Tomboy se llevo el premio SIGNIS y FIPRESCI, recordemos lo que escribimos acerca de este título:

“Una película que, prejuicios de por medio, uno no imagina en la competencia del Bafici. Sin embargo aquí esta y bienvenida sea. Tomboy cuenta la historia de Laure / Michael, durante un verano lleno de pequeñas aventuras y grandes decisiones.”

Tomboy también fue, una de las ganadoras del voto del público. Lo raro de esta triple premiación es que uno espera un poco más de riesgo de una asociación como FIPRESCI. Pero parece que hay algo en esta pequeña película que supo unir gustos, a priori, tan disímiles. Aunque quizás iglesia, público y crítica no estén tan separados después de todo.

Villegas, obtuvo una mención de FEISAL y el premio de la Asociación Cronistas Cinematográficos Argentinos. No obstante, el mayor logró de la película ocurrió días antes, cuando el festival de Cannes anunció que participará en su próxima edición, dentro de la selección oficial fuera de competencia.

La lista competa de premios, la pueden buscar por ahí. Quien esto escribe, no termina de creer del todo en la competición entre expresiones artísticas. Pero tampoco llega al exabrupto de decir que las carreras son para los caballos. Lo que si es seguro es que una buena premiación dignifica un festival y le otorga un cierre perfecto. Un momento en el que podemos llegar a creer que la justicia existe. Y que el arte no le es ajeno. O inclusive puede lograr hacernos mirar con mejores ojos lo ocurrido durante el festival. El resto son anécdotas sobre lo que pudo o debió haber sido. Y pocas cosas hay más aburridas que las anécdotas de los premios y sus injusticias en la historia del cine. Material para prehistóricos cronistas de espectáculos y plomíferas enciclopedias. Lo que si podemos decir, es que esta vez ganaron los buenos. Habrá que ver ahora de que lado se quedan. El tiempo, como siempre, se encargará de esto. Como se esta encargando en este preciso momento, en que los jóvenes responsables de las salas del shopping Abasto, ya comenzaron a lucir sus remeras de Los Vengadores y respiran aliviados por el fin de este BAFICI.

Por otro lado: seguimos sin respondernos qué es el cine.

Hasta la próxima.

M.A.


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