sábado, junio 11

Vacas al río


Cumplí mi sueño de cowboy y me hice un fuego bajo la luz de la luna. No hay todavía luna llena pero ya me había explicado Ceferino que mejor que una linterna es acostumbrarse a la oscuridad; después de un rato los ojos ven. Cruzar la balsa fue atravesar mundos. Pasé por Punta del Este pedaleando; no podía dejar pasar la oportunidad y mandé un par de mensajes; ¨saludos desde Punta¨. Ese fue mi codeo con el jet set; ja. Me metí en un bar cuando el cielo se oscureció de golpe y pensé que otra vez se venía la lluvia. Pero no; eran las cenizas chilenas que pasaron también por acá; al rato el sol brillaba y parecía primavera. Con viento a favor en un rato estaba en la balsa de Laguna Garzón. La balsa es literalmente eso; una balsa arrastrada por un bote viejo por un paisano taciturno. Del otro lado el camino es de tierra y ya no hay más nada. Increíble que se haya mantenido así. Kilómetros más kilómetros de campo y mar; algunas chacras y las vacas titilando en dirección del océano. Con la última luz llegué a la laguna de Rocha donde se termina el camino. Ya podía verse encendido el faro de La Paloma donde en el bosque me espera Néstor. Caminé alrededor de la laguna porque parecía que iba a poder pasar nomás y así fue la mañana siguiente. Normalmente el mar sube y entra por un canal bastante profundo. Pero se abrieron las aguas y pasé arrastrando la bicicleta un poco. Le iba a encantar a Néstor la imagen. Me dormí algo inquieto porque podía ver los relámpagos de una tormenta enorme en el horizonte. Parecía lejos pero nunca se sabe. Desperté en medio de la noche y ya no se veían más que estrellas. Como no me podía volver a dormir me puse a leer un libro que me recomendó B Fleishmann en Viena. El libro lo compré en Paris el año siguiente cuando me encontré con un norteamericano de Road Movie que me iba a hacer millonario. Más raro que la ficción. Sí lo cuento no me lo creen. No funcionó el negocio extraordinario pero estuve en Paris, me invitaron una cena en el barrio latino y me compré el libro de Izzo que aquí estaba por fin leyendo. Está buenísimo. Un inmigrante italiano convertido en policía de segunda en una Marsella decadente. Noir noir. Como las noches son largas lo largué todavía en la oscuridad. Mañana para encontrar a Néstor voy a preguntar por el almacén del Torcido. Lo escribo con mayúscula porque es un tipo importante el Torcido; el almacén tiene escrito su nombre y lo conoce todo el mundo. Solo en Uruguay puede pasar algo así. El Torcido no es ni un caballo ni le dicen así porque su mirada es torva. El tipo es así nomás; torcido; un hombro le empieza en el Oeste y el otro le termina apuntando al sur. La última vez hasta le saqué una foto. Es muy simpático y amable. Porque es gratis me volvió a decir cuando le pregunté por Néstor; ¨dos cuadras pasando la curva¨ y para allí salí.

dj malhumor

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