martes, noviembre 13

Adelantos marplatenses: Manoel de Oliveira y Jonas Mekas x 2

Mucho se a hablado y escrito sobre la muerte del cine. Pero basta ver a Jonas Mekas (89 años), y a Manoel de Oliveira (103 años), para saber y entender que el cine no puede morir. Y así lo demuestran estos directores con sus últimas películas: Gebo et L’ombre (2012) y Sleepless night stories (2011) respectivamente. La vitalidad de estas obras desmiente lo que indican los calendarios. Y también las imágenes de estos míticos realizadores (a pesar de que Mekas niegue esta categoría) realizando sus tareas. 
Los directores Pierre-Paul Puljiz y Jerome Sans muestran a Mekas en New York, hablando como siempre del cine y la vida. Luis Miñarro, por su lado, nos muestra a De Oliveira durante el rodaje de El extraño caso de Angélica (2010).
No es el cine lo que va a morir, sino cierta forma de hacerlo y entenderlo. Y eso es quizás lo que genere una tristeza infinita al ver estos documentales. Eso, y el inevitable paso del tiempo. Algo que el cine se empeña en mostrar y a la vez negar.






















Las mil y una noches, el insomnio y el vino tinto parecen ser el punto de partida de Sleepless night stories la - por ahora -, última película de Jonas Mekas. El protagonista absoluto de esas noches es (claro está), el mismo Mekas, a quien acompañan en cuerpo, y a veces en espíritu, viejos amigos y conocidos como Ken Jacobs, Marina Abramovic, Patti Smith, Amy Winehouse, Yoko Ono, Marie Menken, Harmony Korine, Louise Bourgeois, Louis Garrel y Lee Springer. 
La obra de Mekas, separada sólo por los títulos de cada una de sus películas, suele ubicarse constantemente entre el pasado y el presente. Un pasado que es revisado sin necesidad del uso la nostalgia, ni de pretender que aquello fue mejor, sino como posibilidad de disfrutar (y vivir) mejor el presente.
Una vida (que en este caso es lo mismo que la obra) que no se detiene y, parafraseando quizás al título más hermoso de la historia del cine, se empeña en moverse hacia delante y en observar -y capturar- no tan breves momentos de belleza.
Jonas Mekas no es el cine, sino lo que el cine pudo haber sido.


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