En estos días se informaron dos robos en la ciudad de Cannes. Uno de ellos sobre unas joyas en un lujoso hotel (sí, casi salido de una película) y otro al vicepresidente del China Film Group, a quien le desapareció el equipaje integro. El tercer robo, (y que no salió en las noticias) ha sido la inclusión de Blind detective, de Johnnie To en la devaluada sección de medianoche, en vez de participar de la competencia oficial, lugar que debería ocupar por méritos propios.
To no es sólo uno de los más prolíficos y talentosos directores actuales, sino alguien que cambia de géneros y estilos sin perder originalidad ni calidad. Todos estos atributos que comparte con su colega oriental Takashi Miike.
Blind detective es una disparatada comedia (y he aquí la segura razón de su exclusión de la competencia oficial), que se mueve en el absurdo con una gracia y velocidad pocas veces vistas.
Andy Lau (protagonista junto a Tony Leung de Infernal affairs, mérito suficiente para haberse ganado ya el paraíso cinéfilo) encarna al detective del título, un ex-policía ciego que es considerado por la co-protagonista, una bella mujer policía con baja autoestima, como “el dios de los detectives”. La trama, una serie de casos de asesinatos que la pareja se encargará de investigar, es sólo una excusa para mostrarnos al dúo atravesando por diferentes situaciones cada vez más absurdas y ridículas, como divertidas e inesperadas. El talento cinematográfico de To es indudable, utilizar el término puesta en escena es quedarse corto, habría que inventar una nueva palabra para hablar de la forma en la que filma Johnnie To.
Hay algo raro en la manera en la que está vendida la película desde su poster y desde el texto del catálogo del festival, incluso desde la página de IMDB. La información que dan estos sitios hace pensar en un policial clásico y no en la tremenda comedia absurda que en realidad es.
Una comedia en donde se lucen Andy Lau como el detective del título, un cretino al cual le gusta disfrutar de la buena vida y la comida (es común el consumo de alimentos en el cine oriental, pero aquí llega a niveles inusitados) que utiliza su ceguera y un extraño poder sobrenatural para resolver crímenes y la hermosa Sammi Cheng (Andy y Sammi levan realizadas más de cinco películas como pareja), maltratada de todas las maneras posibles por el héroe hasta, finalmente, lograr su corazón. Como suele decirse, no conviene contar mucho más, aunque reducirla a su trama sería algo absurdo, ya que no hay manera de estar preparado para esta mezcla de buddy-movie, historia de amor y comedia física que incluso llega a lograr momentos de tristeza y emocionarnos genuinamente con su final. Sí, Mister To, por favor, no nos prive de Blind detective 2.
En la película, el baile tiene su porqué en la trama (tango argentino, para ser más precisos), aunque no se trate de un musical. Aquí los que bailan son los intérpretes, al ritmo de un director que parece saberlo todo del cine.
Al igual que Belushi, ni Andy Lau, ni Sammi Cheng, ni Johnnie To van a morir nunca, por que como queda demostrado en Blind detective, ellos bailan; mientras el resto de las títulos que participan del festival miran avergonzados, congelados de tanta solemnidad, semejante muestra de humor, gracia, libertad y, lo más raro de todo en esta edición de Cannes, de tanto cine.
Marcelo Alderete
Foto: Cecilia Barrionuevo
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