martes, mayo 21

Vida de Cannes V – La alimentación de los chanchos

Cinco horas (y quizás un poco menos) después de ver la maravillosa Blind detective de Johnnie To, en función de trasnoche, vimos a las 8:30 de la mañana (y después nos quejamos de las horarios y las grillas de los festivales en Argentina) la nueva película del otro oriental tan loco como prolífico: el cada vez más indescifrable Takashi Miike. Como la felicidad no puede ser completa, Shield of straw -tal es el título- resultó una desilusión. Pero desde aquí nos negamos a echarle la culpa a Miike, alguien que nos dio tantas alegrías. La culpa, sin duda, no es de otro que Thierry Fremeaux, director artístico del festival cannino, como ya deben saber los lectores de estas crónicas.
A las pruebas nos remitimos.
En el año 2011 Miike estuvo presente en el festival en la Competencia Oficial con Harakiri, remake de un clásico del cine japones del año 1962, cuya rareza consistía en estar realizada en 3D y en ser la primera película con esa técnica en formar parte de la competencia oficial. La película era rutinaria y rozaba el academicismo, algo impensable en la obra del japones unos años atrás, pero que últimamente (cada vez más) se transformó en uno de los géneros que se suman a su filmografía. Ese género sería la película mainstream realizada para un estudio grande, con mucho presupuesto y profesionalismo. El nombre de Takashi ya era un nombre conocido para todo el mundo y no sólo para los amantes del cine oriental más extremo. Cannes lo había decidido.
El año siguiente, 2012, fue el turno de For love’s sake. Fremeaux volvió a seleccionarla, pero esta vez el lugar fue -la siempre poco interesante- Medianoche. Un lugar casi de relleno, a pesar de ser una de las mejores películas de Miike en los últimos años. For love’s sake es una historia de amor (casi) imposible, entre dos estudiantes separados por su clase social, con formato de musical en donde todo era resuelto a las trompadas. Una película excesiva, como suele serlo Takashi cuando es bueno. A pesar de su calidad, no fue bien vista por la crítica, cada vez menos paciente con el director japonés. Las razones y motivos de por qué TM filma tanto son tan misteriosos como inexpugnables. En tiempos en los cuales los directores prefieren filmar poco, cuidando sus supuestos talentos como recursos naturales a punto de extinguirse, y brindando al mundo su “arte” en cuenta-gotas, Miike continua filmando a razón de dos y hasta tres títulos por año.
Shield of straw es la adaptación de una exitosa novela japonesa (leo por ahí), pero su trama remite a cualquier película de acción (norte) americana o de cualquier parte del mundo en donde se pague sueldos a los guionistas. Un serial killer asesina a la nieta de un mega millonario y este decide ofrecer una cuantiosa recompensa a quien acabe con la vida del criminal. Obviamente, todo Tokyo se lanza a la caza del asesino y la recompensa, mientras un grupo de policías debe cuidar del criminal y trasladarlo sano y salvo de un punto de la ciudad al otro. La película termina siendo un thriller de acción rutinario, lleno de lugares comunes y exasperadas actuaciones japonesas. Poco y nada hay aquí de la locura, el absurdo o la violencia habitual que elevan las películas de Miika del resto de los mortales.
La recepción de la película fue muy mala y muchos se preguntan el motivo de su inclusión en la competencia. Como si se tratara del único título malo de la sección oficial. Al único que parece gustarle Miika cuando se transforma en un simple profesional ejecutante de guiones, es al señor Thierry Fremaux.
Entonces ¿de quién es la culpa de que Takashi Miike filme películas malas?
No más preguntas su señoría.

Marcelo Alderete

Fotos: Cecilia Barrionuevo

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