El cerebro tiene maneras misteriosas de actuar. Mientras veía la película, en la primera media hora, pensando sí me iba, recordé el libro de Bruce Hornsby 31 canciones. La canción catorce corresponde al grupo Suicide del que creo jamás escuché nada. A mi entender una especie de Bauhaus de segunda línea. Hornsby describe una canción de nueve, diez o once minutos; repetitiva, terrible, cansador canto al sin sentido de la existencia. Creo recordar que Hornsby dice algo así que a pesar que el sin sentido nos rodea el prefiere el sentido y antes que atormentarse con diez minutos de música atonal y ruidosa prefiere una buena canción de Teenage Fanclub. Pensaba en eso mientras veía como la protagonista escupia por una ventana con su amiga o miraba en más de una oportunidad la nada misma. Después la película se suavizo, cobró sentido, apareció una historia que justificó la notable fotofrafía y las coreografías aquí y allá. Lo curioso fue que en una escena fundamental (jajajajaja) el chico y la chica hablan de su grupo favorito:¡Suicide! Pequeño milagro; la música del azar que suena. A partir de allí, con ese guiño metafísico cambió mi humor y el film; que finalizó con más Suicide ahora ya de mi agrado. Una película hecha y derecha que necesita tiempo.
Miss Mundo.
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