El cut up, la vieja técnica creativa usada por Burroughs y tantos más, es el credo que parece guíar la vida de Genesis P. Orridge, que con esa apariencia de vieja loca platinada es un músico de trayectoria lunga y respetable. Orridge lo remarca en una visita a su archivo, uno de esos archivos caseros con pilas de papeles y cajas de cartón llenas de materiales varios que ocupan tanto espacio que hasta se puede jugar a la escondida en el cuarto. Entre las montañas de recuerdos, Genesis muestra y cuenta momentos de su carrera como quién te muestra las fotos de sus vacaciones (pre Facebook claro, cuando los recuerdos tenían formato físico), y te deja en claro con quién estamos tratando, un pionero de la música industrial, alguien que editó muchos vinilos y sobre todo alguien que cree en las posibilidades transgresoras y provocadoras del arte. En los 15 minutos anteriores, Marie Losier nos adelantó con un montaje de videos caseros de los protagonistas en situaciones cotidianas (un cumpleaños de ella en un jardín rodeado de edificios o él en la cocina transformado en drag queen hablando de lo sexy que son las tareas de limpieza), que la pareja de la balada del título estaban lejos de ser John y Yoko y a años luz de Luisana y Maikel. ¿O alguien se imagina al Sr. Bublé poniéndose tetas para demostrar su amor por la Sra. Bublé?
Marie Losier fue antes que nada parte de la historia, ella y su cámara de lente sucio estuvieron cerca de la pareja durante años registrando su intimidad. La textura hogareña de las imágenes vuelve aún más poderosa a la historia del matrimonio que en vez de engendrar un hijo engendra un nuevo ser transformando sus cuerpos para ser cada vez más parecidos. Las voces en off más una mezcla de sonido sugerente y contundente junto a una selección de la música de Orridge (más que nada Psychic TV), invitan a buscar más de esas canciones tan Velvet tan underground que aquí ayudan a contar una historia de amor tan extraordinaria como cyberpunk.
J. Pérez
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