jueves, abril 7
She Monkeys, de Lisa Aschan
El secreto de Emma es no mostrar las emociones, así nadie la puede lastimar. El poder sobre el otro -sea animal o humano- es lo que importa. Hasta que entra en su órbita Cassandra, a quien conoce entrenando en una escuela de acrobacias ecuestres. pero el control y la fuerza no lo son todo, le dice alguien por ahí El juego de dominación que nace entre las dos adolescentes -un erótico tira y afloja- tiene destino oscuro: como el paisaje insiste en insistir, se acerca una tormenta, aunque quizás nunca estalle. Pero Emma tiene una hermana de unos seis años, que a la vez sirve de contrapunto, ya que su precoz despertar sexual -confuso, romántico- tiene nombre y filiación. Y así van las cosas. Seca, fría, atenta a los detalles, la dirección de Aschan resulta impecable. Sus personajes tienen pulsiones tan claras -u oscuras-, que les otorgan una necesaria tercera dimensión, transformando a She Monkeys en una película de una cuidada construcción, tanto que resulta llamativo que no forme parte de alguna de las competencias.
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