sábado, noviembre 12

L'Apollinide: Souvenirs de la maison close, de Bertrand Bonello

Básicamente, L'Apollinide es un retrato coral de un burdel parisino en los estertores del burdelismo francés. Desencantos, ilusiones, mutilaciones y cotidianeidad de un grupo de chicas y sus clientes son representados con la nostalgia de un modo de prostitución menos industrial, más personalizado y comunitario.


L'Apollinide no tiene grandes ambiciones narrativas (más allá de la desfiguración inicial que recorre cual fantasma la película) pero tiene mucho charme, porque construye personajes queribles y creíbles, que llevan con dignidad su posición y que sólo se preocupan por sobrevivir sin necesidad de grandes parlamentos que las engrandezcan. No obstante, al mismo tiempo, hay un halo de condescendencia (para con el espectador) que molesta un poco. Es decir, todos los bienpensantes adoramos a las prostitutas, pero sobre todo a estas prostitutas: sometidas, pobrecitas y sexies, es el ideal del paternalismo progresista. Y en el burdel de L'Apollinide hay una completa y sospechosa camaradería que se acerca demasiado a nuestras idealizaciones sin asumirlas como tal.

Más allá de todo, y de las modernidades (música, fotos) que corroen la atmósfera de la película, es una obra sensual, prolija y limpia, como si fuera una trabajadora más del burdel.

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