Triple agente, Eric Rohmer
Rohmer tiene más de ochenta años y entonces lo que para nosotros es una película histórica es para él una película sobre su juventud o adolescencia. La historia comienza en el París de 1936, en esos convulsionados años anteriores al desencadenamiemto de la segunda guerra y, de una manera entre irónica y sarcástica, reflexiona sobre las causas de tal suceso (o al menos algunas). Particularmente la de la ceguera y estupidez francesa, cuyos intelectuales y políticos no entienden nada cuando creen entenderlo todo, y como siempre y por lo tanto, juegan el papel de la histérica, la que nunca se entera de nada ni sabe qué papel le toca. Estamos frente a una película política e inteligente, que siempre dice una cosa y muestra otra, como el triple agente en cuestión, un ruso blanco (es decir despreciable y enemigo de la revolución roja aunque allí reside una de las ambigüedades) y por tal, natural, mal le pese a todos y en especial a su esposa, amigo de los nazis. Por ser tal el punto de partida, la película se emparenta con otro ensayo histórico de Rohmer, El duque y la dama, donde también el punto de vista era el más recalcitrante, no el de los revolucionarios sino el de la nobleza. Las acción se lleva adelante por los diálogos (en una ensalada de idiomas, ya que al ruso y francés se le suman nuestra traducción al español más los subtítulos en alemán que lleva la copia exhibida) y lo principal está siempre fuera de campo; lo que transforma al film, supongo que para decepción de muchos, en una buena obra de teatro. Pero no hay que temerle a las palabras, lo que nos lleva a la siguiente película.
L´Hipothèse du tableau volé, Raúl Ruiz
Es una pena que el adjetivo intelectual, con razón, haya pasado a transformarse en una clase de insulto. La intelectualidad no es entre nosotros más que un sentido común de segundo grado, mucho más prepotente y tributario de coyunturas de poder que otra cosa. En general las películas intelectuales, amadas por nuestros intelectuales no pueden ser más que el ritual de algunos gestos, la confirmación de algún canon que funciona como código de entrada a algún grupete. Se entienden las reacciones viscerales entonces de huirle a todo lo que tenga ese tufillo. Pero bueno, esta es una película intelectual, verdadera. Un coleccionista de arte nos habla de una serie de cuadros (de un pintor academicista) y de una serie de hipótesis que justamente giran alrededor del vacío que produce el cuadro faltante del título. Las hipótesis que se siguen, propias de Borges, Perce o Calvino, nos hablan mucho menos de lo endeble del conocimiento en general (mucho más en estas materias) e incluso nos habla menos de la vanidad de los intelectuales, que de lo maravilloso, complejo y siempre en fuga de los acontecimientos del mundo. Porque se trata de un hombre que piensa y no tiene miedo a hacerlo, porque justamente piensa (y fantasea) y no finge hacerlo. La película, del año 1978, que debería haber hecho las delicias de Foucault, no lo sé, casi como una adaptación de Las Palabras y las Cosas que indaga el problema de la representación, la transposición de medios (de la literatura a la pimtura, de esta al cine) es también una película policial, porque claro, un cuadro es siempre un misterio y ya de hace tiempo se ha emparentado a los expertos de arte (en especial aquellos en descubrir falsificaciones) con los detectives (y en especial con uno de los detectives por antonomasia, Sherlock Holmes). Supongo que la película también podría haber sido descripta como un hombre que habla todo el tiempo paseándose entre tableau vivants (puesta en escena de los cuadros por personas a la manera de decorados teatrales, género mixto si lo hay) pero sería algo estrecho. Lo que nos lleva a la siguiente y sorprendente película.
Story, Dana Ranga
Un señor pelado, en primer plano, nos dice: Simplemente un día supe que era un space man, lo había sido siempre, pero un día lo supe...yo era cirujano y le dije a mi jefe, el año que viene no estaré porque me voy al espacio, entonces el me dijo...¿en qué puedo ayudarlo?
Este documental biográfico, que es también una introducción a la vida zen, es asombroso. También podría ser descripto como un señor que habla todo el tiempo, casi siempre en primer plano, con voz pausada y de maestro antiguo (digo de la antigüedad), con enfoques particulares a su pelada que brilla como una luna pero sería equivocado. Los libros también pueden ser descriptos como cagaditas de mosca sobre un fondo blanco. O las palabras como ruidos. Como cuando Story Musgrave (sí, el tipo se llama Story) dice que fue una decisión artística lo que lo sacó de la tierra, él no intentó conquistar el espacio, sino ser conquistado por él. Story, de chico, manejaba tractores en una granja, estudió física, matemática y medicina, fue astronauta, es poeta. Pero el film no es la historia de un freak, es la presencia de un filósofo, la unión de una vida material (la actividad corporal y la ciencia) y el asombro frente al mundo (el arte). Un descubrimiento lleno de felicidad y melancolía. La historia de un hombre valiente.
santiago b.
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