Zatoichi, Kitano
La verdad es que Kitano es alguièn super querible y le bancamos cosas que a otro no, sus últimas pelis venian medias desparejas. Aquì lo volvemos a encontrar en su mejor forma, pero aviso, no es una de Yakuza, ni de esas melancòlicas con niños, es una de samurais, es decir, yakuzas con espadas en lugar de revòlveres o por què no, westerns sin caballos ni indios. Pero es un poco màs tambièn. Como en muchos cuentos populares (de los cuales extrae el aùrea por asì decirlo) es una pelìcula sobre la identidad y sus trasmutaciones. Es una pelìcula feliz tambièn, aunque corra sangre a chorros. En mar del plata hace un par de años habíamos visto una pelì bastante parecida donde Kitano sólo actuaba, le tocaba poner orden en un pueblo que era un kilombo de corrupciòn, no recuerdo bien quièn la dirigìa pero se que era un ya reconocido director japonès un poco màs joven que el viejo Kurosawa. Aquì todo ocurre al costado de la ley, digamos que antes que su llegada. Las coreografìas son bellas, y con casi nada de efecto digital; sin ponerme agreta, Tarantino, aprendè del maestro.
Goodbye Dragon Inn, Tsai Ming Liang
Quienes ya lo vienen siguiendo no se van a ir defraudados, y los que recièn empiezan, se iran contentos con la pelìcula y habràn descubierto a uno de los grandes directores de nuestra època en una segunda etapa de su carrera, màs afianzada, màs serena y menos corrosiva. Igual para prevenir: ochenta y dos minutos y apenas un par de diàlogos màs vale parcos, un cine medio abandonado de locaciòn, y la proyecciòn casì en tiempo real de una pelì de espadachines chinos. Los personajes siguen igual de incomunicados que en pelìculas anteriores pero los silencios ya no lastiman tanto. Hay una tendencia a igualar silencio y soledad, asì lo escuchè en los pasillos a la salida (y se sabe que en los pasillos del festival hay màs crìticos que gente), no me parece el caso. Las ùltimas hermosas tomas nos revelan cuanto le debe Tsai Ming Liang al cine clàsico de hollywood, cine alejado del existencialismo si lo hay. Aparte la hermosa canciòn del final nos lo dice todo (una canciòn de esas que se escuchan todo el tiempo en In the mood for love ), hay recuerdos que me tocan el corazòn, algunos son tristes, otros son alegres. O algo asì. Como en casì todas sus pelìculas hay mucha lluvia y goteras, pero a pesar de la tristeza, ni siquiera ellas son tan hirientes.
Santiago B.
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