Ante
cierta idea del cine moderno sobre la imposibilidad de narrar o seguir contando
historias, surgieron últimamente varias películas que demuestran que la manera
de escapar de ese callejón sin salida que dice que todas las historias fueron
contadas, es justamente, redoblar la apuesta y atomizar las tramas de las
películas de todas las maneras posibles. En Romance Joe, el director Lee
Kwang-kuk se hace cargo de este problema y nos cuenta la historia de un
director de cine bloqueado a la hora de escribir el guión de su próxima
película y a partir de este hecho, las historias y los personajes que las
cuentan y protagonizan, se disparan en todas las direcciones posibles: una
vital y sexy "vendedora de café", adolescentes enamorados, suicidas
varios, un niño que busca a su madre. Pero no se trata aquí de esa anticuada
idea que transforma al cine en un vehículo cuya única finalidad sea la de
contar historias. En Romance Joe, las líneas de los relatos se cruzan y
acumulan hasta el infinito de intrincadas maneras, pero siempre con el deseo y
la necesidad de ficción como motor narrativo y una confianza absoluta en la
inteligencia del espectador, valiéndose de una rigurosa y estilizada puesta en
escena. El cine, una vez más, demostrando que la mejor alternativa a la hora de
superar sus problemas, es confiar en herramientas que le son únicas.
(Una versión reducida de este texto fue publicada en el catálogo del BAFICI 15).
Marcelo Alderete
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