A pesar de su candidez, o quizás a causa de ella, nos gusta citar esta frase que François Truffaut escribió de joven, vaticinando un posible y hermoso futuro para el cine:
“La película del mañana la intuyo más personal incluso que una novela autobiográfica. Los jóvenes cineastas se expresarán en primera persona y nos contarán cuanto les ha pasado: podrá ser la historia de su primer amor o del más reciente, su toma de postura política, una crónica de viaje, una enfermedad, su servicio militar, su boda, las pasadas vacaciones, y eso gustará porque será algo verdadero y nuevo… La película del mañana será un acto de amor.”
Lamentablemente, las obras finales de Truffaut no hicieron más que negar esta idea y demostrar que para un director consagrado es difícil escapar de eso llamado "industria del cine".
Más tarde, con la llegada del video y las primeras cámaras portátiles, etc., Francis Ford Coppola aseguró que en el futuro alguna niña criada en algún lugar perdido de Estados Unidos iba a filmar ella sola (valiéndose de estas nuevas tecnologías) una obra maestra. El problema en esta frase es la expresión "obra maestra". Justamente, esa búsqueda de la "obra maestra" constante, es lo que arruino la obra de F.F.C.
Como siempre el más sabio y dueño de la última palabra, no es otro que Jean-Luc Godard, quien ante la posibilidad de una oleada de obras creadas a partir de estas nuevas herramientas, dijo, simplemente: "Que las hagan".
El único nombre en la historia que parece resumir todos estos momentos (y elementos), en los que las diferentes formas técnicas brindaron la oportunidad a los autores de dejar de depender de una maquinaria y una industria (algo que en la mayoría de los casos los terminaría aplastando), se llama Jonas Mekas. Aunque sus méritos claro, van más allá de las simples cuestiones técnicas.
La búsqueda de la gran novela americana no hay que hacerla en la obra de ningún literato, sino en la filmografía de un cineasta llamado Jonas Mekas y de la cual Sleepless nights stories es, nada más y nada menos, que un nuevo capítulo en una obra que esperamos (aunque sabemos que es algo imposible), sea interminable.
Las mil y una noches, el insomnio y el vino tinto parecen ser el punto de partida de esta nueva película. El protagonista absoluto de esas noches es (claro está), el mismo Mekas, a quien acompañan en cuerpo, y a veces en espíritu, viejos amigos y conocidos como Ken Jacobs, Marina Abramovic, Patti Smith, Amy Winehouse, Yoko Ono, Harmony Korine, Louise Bourgeois y Louis Garrel, entre otros. No es el cine lo que va a morir, sino cierta forma de hacerlo y entenderlo. Y eso es quizás lo que genere una tristeza infinita al ver esta película. Eso, y el inevitable paso del tiempo. Algo que el cine se empeña en mostrar y a la vez negar.
Jonas Mekas no es el cine, sino lo que el cine pudo haber sido.
(Una versión levemente diferente de este texto fue publicada previamente en Encerrados Afuera con motivo de la edición 27 del Festival de Cine de Mar del Plata).
Marcelo Alderete
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